Francisco ha dado muestras de una enorme sensibilidad y, sobre todo, responsabilidad política respecto al conflicto con Siria.
Las llamadas potencias mundiales de Occidente no han querido oír el llamado del Sumo Pontífice: “A los líderes de los Estados miembros del G20 les pido que no queden indiferentes ante el drama que vive desde hace tanto tiempo la querida población siria... Ayuden a encontrar las vías para superar los diferentes enfrentamientos y abandonen cualquier pretensión de una solución militar... Desgraciadamente, duele constatar que demasiados intereses han prevalecido desde que comenzó el conflicto en Siria, impidiendo encontrar una solución que evite la inútil masacre a la que estamos asistiendo”.
Sobran las palabras para entender el espíritu de Francisco