Según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Colombia es el principal productor de coca del mundo. Y eso trae coletazos a sus vecinos, incluido Ecuador. Este año eso se sintió con mucha fuerza.

Se sabe que la droga se cosecha y refina en el vecino del norte. Los narcotraficantes usan Ecuador como corredor para sacar por vía marítima su mercancía rumbo a México y de allí a los mercados estadounidenses.

El problema cruza prácticamente a todo el hemisferio americano, porque Bolivia y Perú también son productores de hoja de coca; mientras que Venezuela, Centroamérica y el Caribe son las vías por las que sale la cocaína.

Fue el presidente estadounidense Ronald Reagan quien declaró la guerra contra las drogas. Ya son 40 años de esa política, que evidentemente no ha funcionado. Ni la millonaria ayuda económica y militar que dio Washington al Plan Colombia ha dado resultados positivos. Las fumigaciones sirvieron, pero también afectaron los cultivos lícitos en ambos lados de la línea divisoria.

México está atrapado en una guerra con carteles que cobra víctimas todos los días; ya lleva así por lo menos 12 años.

Ecuador entró de lleno en esa problemática con la situación en la frontera norte. Mientras haya consumidores, habrá narcotráfico, por lo que urge también la corresponsabilidad de los países desarrollados.

Se necesitan nuevos enfoques, otras miradas libres de prejuicios. El conservador expresidente mexicano Vicente Fox ya habla de legalización. No se trata de optar por el camino más fácil, pero sí de analizar todas las opciones y revisar las contadas experiencias que hay en el planeta.

Se requiere, además, de una estrategia conjunta regional. En este punto es clave la integración, porque los carteles no reconocen fronteras por lo que operan en todos los países, para combatirlos hay que compartir información de inteligencia. Y en el Norte se deben comprometer a bajar los niveles de consumo, porque sin clientes no hay oferta. (O)