Cuando los principales agentes económicos pensaban que los presagios sobre el destino de la economía mundial habían llegado al límite,  las bolsas de valores volvieron a caer.

El miedo a la recesión y un intenso “mal olor” sobre lo que están cocinando los presuntos dueños del mundo contrajeron ayer la valoración de papeles en el mercado global. Las peticiones de subsidio por desempleo o la compra de vivienda en los países del primer mundo no tienen respuesta, a pesar de que, para los analistas, los riesgos son menores porque el sistema financiero ya casi no tiene problemas ocultos.

Pero si los dirigentes  políticos de Estados Unidos y Europa aún no pueden tranquilizar a los inversores con políticas de ajuste, el exceso de deuda que los deprime podría afectar sus privilegios, calidad de vida y terminaría por destruir los cimientos del dogma del mercado.

La atención, por lo pronto, está centrada en la volatilidad de los valores y posibles nuevas caídas. La excesiva exposición de los bancos a la deuda soberana de gobiernos y empresas de Grecia, Irlanda, Portugal, Italia y España podría precipitar la suspensión de pagos. No olvidemos que las previsiones de crecimiento de la economía mundial han bajado del 4,2% al 3,9% y en 2012 se situarían en 3,8%.

La información es muy poco alentadora  y los errores políticos de los líderes de ambas orillas del Atlántico contrastan con la fortaleza de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que está constituyendo una base financiera anticíclica regional. Afrontar el impacto de la crisis es un ejercicio de solidaridad y disponibilidad de recursos que saldrán del Banco del Sur y la Corporación Andina de Fomento (CAF).

En el caso de Ecuador, y a pesar de que las experiencias dejadas por el poder económico de las élites han sido traumáticas, las cifras de crecimiento estimadas por el Gobierno y avaladas por la Cepal -para lo que queda de este y el próximo año- son alentadoras.