Que un ciudadano hable dos idiomas, por lo menos, es una virtud para convivir y afrontar los retos de un mundo contemporáneo y globalizado, en una red densa de intereses, proyectos y planes. De ahí la necesidad de contar con esa asignatura en la educación básica.
Ahí ha estado todo el tiempo y un factor de desigualdad e inequidad social ha sido que en la educación pública esa asignatura fue muy mal abordada. Pasaban 18 años hasta salir de la universidad y nadie aprendía inglés.
En condiciones de excelencia educativa, en ese mismo lapso, se podría aprender perfectamente un idioma cada dos años. Más allá de las bagatelas mediáticas sobre un supuesto error, lo que importa es mejorar la calidad de la enseñanza en inglés, y todos los idiomas que hagan falta, para afrontar los nuevos retos.