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La queja de muchos ahora tiene respuesta: el crimen organizado, dentro de un marco institucional y jurídico distinto, con una voluntad y responsabilidades políticas concretas, pierde piso y recibe golpes contundentes a diario.
Por lo visto hasta ahora, no hicieron falta ni violaciones a los derechos humanos ni concesiones de ninguna naturaleza: solo era cuestión de exigir a la Policía mayor eficiencia y a los jueces absoluta responsabilidad en sus obligaciones legales y constitucionales.
Con la captura de la mayor banda criminal, ocurrida esta semana, no termina el problema de la delincuencia, pero la población siente que se trabaja en esa dirección. De ahí que no cabe sino felicitar y exigir mayores resultados para poder vivir en armonía en nuestro país.