Publicidad
La OEA se reunió en Cancún para supuestamente fortalecer el diálogo como vía hacia la prosperidad. Pero Venezuela acaparó toda la atención de los cancilleres. Los discursos giraron en torno a Nicolás Maduro, mientras un grupo de países buscaba la condena del país bolivariano.
Lo curioso es que, mientras se desarrollaba la Asamblea General anual, el Gobierno anfitrión afrontaba una tormenta política. Salió a la luz que México tiene un software (Pegasus) para espiar a periodistas; en el mismo país donde masacrar a reporteros es algo rutinario.
Pero eso no mereció ni un segundo de atención de la OEA, lo que evidencia el sesgo político de la supuesta defensa de los derechos humanos. Si ese fuera el interés, si el respeto a la libertad de expresión en verdad preocupara, hace rato México sería el centro de las discusiones. Nada se dijo -por ejemplo- sobre el caso Ayotzinapa; sin embargo, el país azteca es el principal impulsor de la condena a Venezuela. (O)