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En 160 locales del estado de Colorado, de EE.UU., se puede adquirir marihuana para uso personal. Recientemente se hizo algo igual en Uruguay y en varias naciones el debate está abierto a favor de la no penalización de su siembra, comercialización y consumo.
¿Por qué ha sido posible? ¿Qué explica estas decisiones que provocan rechazo firme en unos grupos y una euforia en amplios sectores? ¿En qué momento se produjo el desequilibrio en ese aparente acuerdo general de que la marihuana era o es una droga ‘maléfica’ y de uso de jóvenes, rockeros y delincuentes?
Estas y otras preguntas están en el ambiente y requieren respuestas. No puede ser que se siga estigmatizando el debate público desde un moralismo inútil.
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