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Para muchos pasaba como un problema “común” de la convivencia en las aulas. Y recién ahora se toma conciencia de la gravedad de tal problema.
Hay demasiados testimonios que dan cuenta de la intensidad del llamado acoso estudiantil. En eso, más allá de lo que se haga en las aulas, hay una enorme incidencia de los desórdenes en los hogares, de la formación y de la influencia de ciertos medios en la conducta de los acosadores.
Incluso, como señalan los estudiantes, también incide el comportamiento de los maestros a la hora de “premiar” a los más “machos” y no denunciar a los acosadores.
Por lo pronto, la tarea de los jóvenes es no callar. Ojalá así podamos contar con nuevas generaciones construyendo una sociedad de armonía y mejor convivencia.