Paradójicamente, mientras Ecuador captura más droga que antes, desde EE.UU. hay amenazas para no renovar el Atpdea (ley interna suya para compensar el esfuerzo de los países andinos en el combate al narcotráfico).
Si la demanda que tiene esa nación se controlara con una política de salud pública más agresiva, los gastos realizados por América Latina en ese rubro podrían servir, incluso, para resolver problemas de pobreza, en algunos casos crónicos. Pero no. Parece que EE.UU. no calcula bien el favor que les hacemos desde aquí al capturar la droga, cuyos destinatarios son millones de sus ciudadanos.
Por tanto, solo queda hacer sumas y restas para descubrir a quién perjudica un mal que se asienta en un país que, de paso, pretende organizarnos y ordenar qué debemos hacer con nuestra democracia.