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Ecuador, 28 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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Ecos de una vieja conducta política

Cuando tenemos que referirnos a los hechos que ocurren  en la Asamblea Nacional, pensamos -aun sin quererlo- en el retorno de los gobiernos civiles que se han sucedido desde 1979. Hay episodios, por ejemplo, que revelan la forma en que fueron conculcados la participación y libre acceso a ese ejercicio diario que se llama democracia y cuya vigencia está consagrada -muy a pesar de los jirones de la vieja partidocracia- en cualquiera de las anteriores Constituciones del país.

Ese poder conseguido en el primer Gobierno, a través del voto universal que inicialmente estuvo marcado por el consenso ciudadano, devino en una tarea orientada a convertir al Estado en un medio y no un fin. La manipulación demagógica y clientelista, entonces como hasta hace poco, fue el resultado de una alianza de partidos multicolores a cuyos voceros los caricaturizó un periodista como “patriarcas de la componenda”.

La cruzada iba dirigida contra el presidente Jaime Roldós, quien empezaba a demostrar en los hechos que no sería posible la profecía mediática de “Roldós a la Presidencia, (Asaad) Bucaram al poder”. Entonces se tomaron el Congreso con una mayoría ilegítima que les permitió repartirse el poder judicial y cortar los canales de diálogo para impedir al mandatario electo ejecutar su plan de Gobierno.

Pero el poder del Estado viene del pueblo y los partidos son apenas mediadores en la formación de la voluntad política que sustenta el pacto social, no su exclusión. Así que treinta y dos años después los antecedentes de los hechos de la historia que no han podido cambiar de rumbo volvieron a repetirse, y ojalá sea por última vez, pues los procesos revolucionarios son irreversibles y  eliminan el manejo circular de pequeños grupos que privilegiaron sus intereses a las necesidades de una población carente de fuentes de trabajo y de elementales servicios sociales. 

Por todo ello, ratificar la elección del Presidente de la Asamblea tiene un significado mucho más trascendental que defender lo que el Gobierno Nacional ha conseguido hasta el momento para limpiar las cortes de justicia. La oposición está cegada por su inminente muerte y quiere recuperar espacios perdidos. No lo permitamos.

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