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Los dos conceptos o planteamientos son distintos, aunque parezca obvia la aclaración. Lo cierto es que el debate gira alrededor de eso también.
Si se despenaliza, quiere decir que el uso y el consumo de droga no tienen castigo, pero queda latente la duda: ¿quién la comercializa? Y al mismo tiempo, si se la comercializa, ¿cómo se maneja su producción y distribución?
Entonces, viene el otro tema: la legalización implica desmontar todo el aparato jurídico, policiaco y de control sobre un negocio en el que hay inversiones enormes, acuerdos internacionales y hasta convenios que generan múltiples acciones.
Por lo mismo, si la OEA abrió el debate y EE.UU. no asume un papel preponderante, por ser el principal mercado de consumo de drogas, todo puede quedar en nada.