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Una década marcada por la desidia y el despilfarro

05 de enero de 2019

Desde unas colinas distantes se puede apreciar una enorme planicie rodeada de pequeños arbustos, pocas y precarias viviendas construidas con caña y bambú. Ese incomprensible paisaje no se entendería si es que quien lo mira no se hubiese informado que allí, cerca de Manta, Portoviejo y Montecristi, se iba a levantar la mayor refinería de petróleo del país; tan grande que nos  permitiría exportar combustibles y autoabastecernos de gasolinas y naftas.

Así como monumental es la planicie, el costo del movimiento y aplanamiento de esas tierras tuvo también un precio asombroso, de acuerdo con la más reciente auditoría técnica a cinco megaproyectos, los cuales estuvieron a cargo de empresas internacionales avaladas por expertos de las Naciones Unidas.

Unos ejemplos para entender mejor el panorama explicado en una intervención por el Presidente de la República. La enorme planicie de la provincia de Manabí correspondía a la Refinería del Pacífico, que iba a ser construida por la estatal venezolana PDVSA y resulta que solo en esas obras, terrenos, vías y campamentos se pagó 23% de sobreprecio del costo total que llegó a $1.521 millones.

Para el poliducto Pascuales-Cuenca el presupuesto inicial fue de $ 250 millones, pero el costo final alcanzó $ 623 millones. En el caso de la Terminal Marítima Monteverde, provincia de Santa Elena, de un precio inicial de $ 210 millones se terminó pagando $371 millones.

Otro ejemplo increíble de desidia ocurrió con la planta de gas de Bajo Alto, provincia de El Oro, cuya obra fue cotizada en $ 36 millones y se terminó pagando $ 76 millones y solo puede operar al 50% de su capacidad de diseño; y como si eso fuera poco, la planta se está hundiendo y habría que demolerla y construir una nueva. La rehabilitación de la Refinería de Esmeraldas, contratada en el 99% “a dedo”, debió costar $ 754 millones, pero se pagaron $ 2.230 millones.

Después de tanto despilfarro llegó la hora de establecer responsabilidades civiles y penales; el país queda a la espera de que la Fiscalía actúe con celeridad y que la corrupción finalmente sea derrotada. (O)

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