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Ahora hasta los más ortodoxos neoliberales hablan de defender los territorios indígenas de la explotación minera. Claro, estamos en campaña electoral y son las mismas voces de quienes antes defendían la minería como opción económica las que ahora apelan a la Constitución por la que no votaron y a la cual también quieren echar al tacho de la basura.
Lo que sí alarma es cómo ciertos dirigentes indígenas usan este tema para propósitos políticos, económicos y alineados a determinadas organizaciones foráneas y oscuros grupos económicos. La verdad es que la violencia no nace de las comunidades indígenas amazónicas. Las pruebas están a la mano: todas ellas están de acuerdo con preservar la naturaleza, pero tampoco son ciegas a que la minería sea parte de su propio desarrollo, si se hace de la manera más adecuada.
El propio artículo 57 de la Constitución -que ahora citan los ortodoxos neoliberales- debería leerse en su integridad para no mentir y tampoco para manipular la opinión. Algo parecido deberían hacer esos supuestos dirigentes indígenas que promueven el secuestro y la violencia armada en sus comunidades, con claros fines políticos. (O)