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Los periodistas que lo conocieron y siguieron su trayectoria en los años sesenta y setenta del siglo anterior, cuentan que siempre se hacía acompañar de un libro, que leía literatura e historia. Otros lo conocieron en su calidad de cónsul de Ecuador en Montevideo. Así era Alberto Spencer, un hombre sencillo, muy respetado, que nunca se dejó obnubilar por la fama y que terminó sus días sin penurias, al contrario de lo que ocurre con varios jugadores citados en una investigación que publicó EL TELÉGRAFO.
Este año se destapó lo más ruin de la dirigencia deportiva envuelta en escándalos financieros y sobornos. Sin embargo, nada se dijo sobre el manejo de la relación laboral y los derechos que tienen todos los ciudadanos a beneficios tan elementales y necesarios, como la afiliación a la seguridad social. Existe una relación poco clara entre el dirigente de un equipo de balompié y el jugador. Una de las arbitrariedades más comunes es afiliar al futbolista por un monto inferior al que gana, es decir, atado al salario básico y no al real.
Eso es ilegal, pero en el fútbol funciona con absoluta normalidad, sin que nadie se sorprenda. Al menos existe una ley del futbolista que no había en la época de Spencer. No ocurre con todos los clubes, hay algunos serios y organizados, que tienen trayectoria y cumplen con sus obligaciones, afilian a los jugadores con el sueldo que ganan e incentivan para que aporten voluntariamente hasta que cumplan la edad para la jubilación. Pero hace falta más control, muchos jugadores nunca fueron afiliados y en la actualidad viven en condiciones precarias. Nunca tuvieron una orientación sobre el significado de jugar al fútbol y la fama puede ser un fatuo espejismo con efectos nocivos, si no se la sabe administrar.
La actividad profesional en el fútbol es una de las más cortas que existen, tal vez solo comparada con la de boxeador. Incluso más breve de lo que se pueda imaginar si es que surge un problema físico o una lesión grave. Alcohol y drogas son otros de los componentes denunciados en el reportaje que muestra experiencias lamentables, pero reales. (O)