El coronel en servicio pasivo Mario Pazmiño ha sido un activo actor político desde que dejó la carrera militar en la que fue jefe de la inteligencia del Ejército. Participa en cuanto acto político en contra del Gobierno se organiza. Viaja al exterior y se reúne con líderes de la derecha continental. Lo entrevistan en la prensa comercial como experto en seguridad y da normas de moral cual líder espiritual. Es de suponer que se financia con el sueldo de oficial en retiro.

Nadie duda de su condición ciudadana para ejercer la política, es su legítimo derecho. Pero hay algo que no queda claro: ¿sabedor de informaciones secretas puede utilizarlas al servicio de una causa política particular? ¿Quienes sirvieron al país en tareas delicadas y complejas, como son los militares y los diplomáticos, deben tener la mayor prudencia con la información que poseen? De hecho, ¿debería existir una regulación o normativa jurídica, como hay en otros países, para quienes han servido en ese tipo de puestos? ¿Mucho más para los jefes de inteligencia?

Pazmiño no escatima adjetivos y por eso encanta a ciertos medios comerciales de prensa. Se ha dicho que estuvo en contacto con EE.UU. antes que con su Gobierno cuando ocurrió la invasión de Angostura en el año 2008. Y por eso salió del cargo que ocupaba. Y ahora, por ese mismo vértigo político con el que actúa “soltó”, como si nada, datos de un proceso de investigación en curso. ¿Si es cierto esto, no es grave?

¿Quién le dijo que había ese operativo? ¿Por qué lo dijo? ¿Para abortarlo o con el solo afán de protagonismo político? ¿Cuánto de lo que hizo en su trabajo como militar ahora usa y cuánto de lo que hizo fue ético y apegado a la ley? ¿Existe una denuncia que lo vincula con grupos como la Legión Blanca?

Parece que más pudo su afán opositor que su disciplina militar, intelectual, ciudadana y humana. Ahora que afronte la demanda planteada.