Se fue a Colombia porque se sentía amenazada y hasta dijo que su vida corría peligro. ¿Ahora ya no? ¿Ya nadie la amenaza? ¿Por qué vuelve? Y se fue a Bogotá justo en los días previos a la sentencia del juicio contra el diario El Universo. Allá fue Teleamazonas y la entrevistó. En su testimonio dijo que el juez Juan Paredes no redactó la sentencia.
Y también advirtió que iba a demostrarlo. Pasaron muchas semanas y no lo hizo. Ningún medio de la prensa privada le exigió esas pruebas. No, se quedaron en silencio. Y el diario sentenciado le dio todo el espacio a quien tiene enjuiciada y a quien “persigue” judicialmente. Ahí no hay persecución para el resto de periódicos. Solo, según ellos, “un juicio legítimo”.
Lo de fondo es qué le mueve a la ex jueza Mónica Encalada. Si se siente amenazada, ¿por qué vuelve? Si lo que hizo es legal y justo, ¿por qué no lo denunció en su momento? Y ahora, presenta un video evidentemente editado, en el que todo y nada se dice. Lo exhibe como una prueba sin consentimiento del otro “implicado”. ¿Eso ya no es un delito? ¿Una jueza grabando a otro juez es un procedimiento legal y rutinario?
Aquí hay algo más grave. La ex jueza Encalada no lo hizo porque estaba ejerciendo sus funciones, sino porque formaba parte de un plan mucho más sospechoso y perverso, tanto que cuando se fue a Bogotá recibió todo el apoyo de los abogados del diario sentenciado El Universo, de los periódicos de la Aedep y los canales de televisión opositores (rueda de prensa con video y todo).
Y por último, en clara condición política, la ex jueza le dice a un diario opositor que El Telégrafo la persigue, pero ese medio no aclara ni explica a sus lectores que el juicio lo hizo El Universo y el diario público lo único que publicó fue la versión del abogado del diario guayaquileño, en la cual insiste que seguirá ese proceso judicial.