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Se oye y se lee con absoluta “solvencia” intelectual una recurrencia: sin impuestos se incentiva la producción y se mejora la economía de la gente. Con ese argumento, además, se han casado algunos analistas no muy neutrales ni independientes. Y por eso parecería que el futuro de Ecuador se decide o está en manos de aplicar, retirar, reducir o eliminar los impuestos.
Evidentemente se trata de una propuesta de campaña electoral de algunos candidatos y organizaciones, que van desde la derecha tradicional hasta la izquierda más ortodoxa. Incluso, esa izquierda señala que con los impuestos se ha empobrecido a un sector de la población, sin presentar datos ni cifras. En cambio, en la derecha, lo cual no debe sorprender, se recurre a un trillado argumento que viene desde hace muchos años y que solo ha servido para eliminar el aporte social de las ganancias de las grandes empresas y corporaciones.
Bastaría con revisar el sistema impositivo de los países llamados desarrollados para saber qué rol juegan en la economía y en la redistribución de la riqueza, y cómo añaden un valor importante en la atención social y la prestación de servicios públicos.
Lo de fondo, como es obvio, no es eliminar uno o dos tributos, sino qué modelo de economía se propone para el futuro. Si el actual ha dado resultados positivos, en términos sociales, los candidatos tienen la obligación -sean de derecha o de izquierda- de demostrar la factibilidad de otro modelo para garantizar, seguir sosteniendo y proponiendo políticas públicas para reducir la pobreza y eliminar la inequidad. Caso contrario, es la misma cantaleta para ocultar otros propósitos cobijados de emprendimiento y apoyo a las empresas pequeñas y grandes del país.