Las reacciones en torno a la emisión de bonos por $ 1.000 millones, a una tasa de 10,75% y con un plazo de 10 años, fueron muy diversas, algunas cargadas de fuertes críticas y de pronunciamientos escépticos.

El ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, asumió las observaciones y salió a explicar al país la decisión gubernamental: manifestó que las condiciones y las causas por las cuales tuvo que recurrir a esta clase de medidas se deben a que, tras la pesada carga que dejó el Gobierno anterior, es urgente aliviar el enorme déficit fiscal, la abultada deuda externa e interna y, especialmente, atender las necesidades urgentes que requieren los planes sociales en los que está empeñado el Gobierno Nacional.

Para entender a cabalidad la emisión de bonos es necesario conocer el contexto de una economía que arrastra un enorme déficit fiscal con una deuda que suma -entre la externa y la interna- $ 49.400 millones y una calificación de riesgo país de 697 puntos al 28 de enero pasado. A inicios del mes que finaliza hoy, el riesgo país alcanzaba los 803 puntos.

Los recursos obtenidos, explicó Martínez, no se destinarán al gasto corriente, tal como se acostumbraba en el pasado.

El manejo responsable de la economía requiere de decisiones trascendentes, como, por ejemplo, que el dinero se destine a la inversión en educación, salud, infraestructura y en el programa Casa para Todos, uno de los planes más importantes trazados por el Presidente de la República cuando llegó al poder el 24 de mayo de 2017.

La frase “La mesa no está servida” fue expresada por el presidente Moreno al constatar el estado del país en materia fiscal. La economía es una materia que se presta para ser interpretada de diversas maneras, pero lo que encontró el Mandatario obligó a tomar drásticas medidas de austeridad, lo que comenzó por la reducción del gasto público.

Ahora viene la inversión en lo social, columna vertebral de la recuperación del Estado. (O)