Hace dos o tres décadas era común, en varias ciudades de Colombia, el registro de atentados terroristas con bombas o con coche bombas, cargas explosivas en cines o en centros comerciales. El país vecino ha vivido en los últimos años un largo proceso de paz para poner fin a las actividades de las guerrillas, tanto rurales como urbanas.

Cuando parecía que la paz había retornado se produce un grave atentado que costó la vida a 10 personas, incluida una cadete ecuatoriana que seguía un curso de especialización en la Escuela de Cadetes General Santander y dejó 65 heridos. Otra cadete resultó con heridas leves y se encuentra fuera de peligro.

El Gobierno Nacional condenó el atentado terrorista y expresó sus condolencias a la familia de la fallecida, Erika Chico, y solidaridad a la otra cadete herida, Carolina Sanango. El vicepresidente Otto Sonnenholzner viajó a Bogotá junto con los familiares para expresar el pésame y solidaridad a los familiares en nombre del Gobierno Nacional.

También fueron expresadas las condolencias al Gobierno y al pueblo de Colombia por el brutal acto terrorista. La posición del Gobierno es muy clara, reafirma el compromiso para luchar contra el terrorismo y toda forma de violencia dirigida a generar zozobra y  dañar el tejido social y sus instituciones.

Según un comunicado de la Secretaría General de Comunicación, Ecuador y Colombia mantienen una cooperación permanente en el campo de la seguridad pública. El presidente Iván Duque condenó el “miserable acto terrorista” cometido en la Escuela General Santander y aseguró que Colombia se entristece “pero no se doblega ante la violencia”. Tras calificar el atentado de demencial, Duque aseguró que su país no se doblegará ante el terrorismo.

El diario El Tiempo de Bogotá afirma que el regreso del terrorismo a Bogotá marca un punto crítico para la seguridad del país, no solo por la modalidad del ataque, sino por las repercusiones que podría tener en caso de que se establezca alguna responsabilidad de la guerrilla del ELN. (O)