Publicidad
Los medios comerciales de comunicación del Ecuador no son nada “neutrales”. Si por estas tierras llegan personajes como José Aznar o los amigos de un precandidato presidencial que renunció a ser banquero, toda la prensa comercial hace entrevistas y hasta especiales con esos personajes. No basta con señalar lo que dicen, son motivo ferviente de veneración ideológica y hasta de “santificación” política.
Y cuando llegan personajes como Ernesto Laclau, Samir Amin o Ignacio Ramonet, que en otros países son motivo de atención por su pensamiento y su profunda convicción, los medios “diversos y plurales”, independientes y autónomos, los ignoran, los silencian, como ellos dicen: no para los periodistas sino para sus audiencias.
Han sido tan patéticos en declarar públicamente que lo que no se publique solo afectará a la ciudadanía. Claro, cuando se trata de reportajes o notas que afecten la imagen del Ecuador o del Gobierno. Pero cuando son protagonistas personas que tienen mucho que decir y que piensan y reflexionan sobre lo que ocurre en el mundo, ellos, la prensa comercial, los silencian para sus audiencias y las dejan en la indefensión noticiosa.
Así ocurrió con Camila Vallejo y sus compañeros de lucha en Chile. Pasó por el Ecuador, habló de lo que ocurre en su país y dijo que allá, como acá, los medios de comunicación son solo instrumentos de poderes económicos y generan una agenda informativa en función de esos intereses.
Por eso no hay líneas de análisis y menos de noticias de su presencia. Es más, por ahí un editorialista de un medio eminentemente comercial, como su nombre lo indica, la retrata como una reformista y atina un bosquejo de lo que hizo acá no por su propio medio sino por lo que los medios públicos y gubernamentales reportaron. Eso solo muestra el egoísmo con el que trabajan, para sus audiencias y lectores.