El lunes en la noche se conoció que el presidente Lenín Moreno decretó el estado de excepción en la parroquia La Merced de Buenos Aires, cantón Urcuquí, provincia de Imbabura.

Apenas unas horas después, policías y militares entraron a la zona con la intención de desalojar a miles de personas que levantaron una ciudad de plástico con el objetivo de tener una base desde donde explotar el oro que existe en los yacimientos de las colinas del lugar.

En esta zona, donde no hay caminos abiertos por el Estado, reinaba el ilícito y la ley del más fuerte. Prestamistas extorsionaban a los mineros artesanales, los que a su vez explotaban la tierra sin ningún cuidado con el ambiente, en un marco de explotación laboral y sexual, especulación, insalubridad, violencia y lavado de activos.

Al anunciar el operativo, la ministra del Interior, María Paula Romo, reveló cifras que deben alarmar a los ecuatorianos, en la zona se desarticularon 65 grupos delictivos durante 2018. En lo que va de este año ya son 27 bandas que se desactivaron.

En 24 meses fueron detenidas 859 personas dedicadas a actividades ilícitas y se decomisaron 3.474 toneladas de material mineral, que contiene oro que pertenece a todos los ecuatorianos y era explotado por unos pocos.

Las distorsiones en el lugar también nos deben llamar la atención, un pan, que en cualquier ciudad cuesta 10 centavos de dólar, era vendido a 50 centavos, mientras que un cilindro de gas se comercializaba a 60 dólares, cuando el precio oficial es de 1,60 dólares.

Estos datos hicieron que la decisión del Gobierno de intervenir sea urgente, necesaria y totalmente. Llama la atención el silencio de algunos sectores que dicen luchar por los derechos humanos y los derechos de la naturaleza, más aún de estos últimos, que no han dicho nada sobre la depredación de la tierra, la contaminación de los ríos con mercurio y otra clase de abusos en contra del planeta.

Alguien debía ponerle el cascabel al gato y el Gobierno decidió hacerlo, en beneficio de los reales pobladores de La Merced de Buenos Aires y de todos los ecuatorianos. (O)