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Un hecho histórico ocurrió el pasado miércoles: el Palacio de Carondelet se iluminó con los colores del arcoíris, símbolo internacional del Orgullo GLBTI. Fue un 28 de junio de 1969 cuando un grupo de gais y transexuales, hartos del acoso de la Policía de Nueva York, se rebeló.
Al año siguiente se conmemoró la revuelta y así nació el Orgullo, pese a que en otras partes del mundo ya se registraban manifestaciones. Con el paso de los años el desfile se transformó en una fiesta, pero la fecha tiene una profunda reivindicación social. Que el centro del poder político en Ecuador se haya identificado con esa lucha es un gran avance hacia la igualdad y constituye un poderoso gesto.
La sociedad ecuatoriana aún tiene muchos prejuicios y la homofobia es uno de ellos. Solo hay que revisar los comentarios de las redes sociales para comprobarlo. La igualdad ha avanzado en los últimos diez años y el guiño que hizo ayer Lenín Moreno presagia que ese buen camino continuará. (O)