Este 24 de octubre se celebró el Día Internacional de las Bibliotecas, una fecha que para gran parte de los ecuatorianos pudo pasar inadvertida, aunque paradójicamente las estadísticas dicen que en el territorio nacional existen 615 escolares, 171 públicas, 131 universitarias, 85 especializadas y una nacional.

Sin embargo, uno de los grandes desafíos culturales que el Ecuador tiene es que las bibliotecas públicas permitan el acceso de la población a los libros, cuando es uno de los pocos países del mundo que no ha implementado el servicio de los préstamos a domicilio y la extensión cultural aún no alcanza a insertar la biblioteca y sus fondos en la comunidad a la que sirve.

Habría que comenzar por el hecho de que las bibliotecas asuman su papel de generadoras de la demanda del consumo de libros dentro de una sociedad donde tradicionalmente las personas, cuando vencen los períodos de formación educativa, no tienen a la lectura como un hábito o una prioridad para seguir profundizando sus conocimientos.

En el aspecto técnico las bibliotecas del país necesitan recursos para la conservación de sus fondos bibliográficos, una mayor inversión para enfrentar y solucionar los problemas técnicos catalográficos y el acceso a una tecnología superior como demandan estos tiempos.

También las bibliotecas necesitan salir de sus recintos, lo que solo es posible con el ejercicio de una política de extensión cultural para que se les conozca más e intentar llegar a aquellos que aunque no se conviertan en sus lectores puedan interesarse en otras actividades que realicen.

En este sentido el ejemplo de la Biblioteca de la Universidad de las Artes de Guayaquil puede ser un referente para todo el país con su programa de actividades dirigido a niños, estudiantes y público en general.

Incrementar el número de actividades dirigidas a los niños es una prioridad, ya que son muy receptivos y serán los futuros usuarios y lectores. Estas deberán programarse en estrecha colaboración con los centros escolares. (O)