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La historia de Guayaquil está ligada a su fútbol. ‘Los equipos del astillero’ es una frase que engloba la tradición deportiva de la urbe y su espíritu de puerto. Barcelona le ha dado esta semana una gran alegría a su hinchada y también al país, en la medida que lo representa en el torneo de clubes más importante del continente.
Más allá del reciente éxito, el ‘Ídolo’ ha comprobado una regla natural: una buena administración cosecha resultados. Ese mérito se lo llevan José Francisco Cevallos y Alfaro Moreno, un tándem que va camino a la gloria. Ya la tuvieron en su época de futbolistas y ahora la rozan como dirigentes.
Ellos conocían el equipo desde sus entrañas; sabían de que pata cojea, como todos los guayaquileños. Barcelona se convirtió en un botín político y pasó lo que siempre ocurre en estos casos: las finanzas eran un desastre.
Por eso el primer punto a tratar de esta administración fue sanear y transparentar las cuentas. Con la casa en orden vinieron los éxitos deportivos. En el primer año de gestión consiguieron el campeonato nacional. Y en el segundo están en las semifinales de la Copa Libertadores de América. Toda una hazaña que servirá de ejemplo para otros equipos, también agobiados por deudas. (O)