De entrada, como diario público y por responsabilidad periodística, lo decimos frontalmente: no vamos a encubrir ningún delito, mucho menos si tiene que ver con un menor de edad, sea quien sea el culpable, si la justicia lo determina así. Pero jamás vamos a caer en la perversa acción mediática. Primero porque hay que preservar la integridad de la menor de edad, supuestamente violada por el señor Jorge Heriberto Glas Viejó.

La demanda interpuesta por la madre de la menor es por alimentos y por paternidad y de eso varios medios han optado para hacer el mejor de los escándalos mediáticos, con el puro afán de atacar a un ministro del actual Gobierno, que no tiene ninguna responsabilidad legal ni de otra naturaleza con el caso. La justicia tiene que hacer lo que le corresponde.

Es más: la misma institucionalidad de la justicia atiende este caso como debe ser y con la delicadeza que corresponde a este tipo de delitos. Pero de ahí a desatar el show mediático hay otra intención, que además se ha querido endilgar a nuestro diario por no publicar, supuestamente, la noticia. A nosotros no nos van a ver sirviendo para los protervos intereses politiqueros de nadie.

Hemos dado muestras de que la corrupción cuando existe y se verifica no tiene por qué ocultarse, como lo demuestran los reportajes desde hace dos semanas de empresas de papel que contrataron con Petroecuador gracias a la complicidad de funcionarios de esa entidad. O cuando hicimos un buen despliegue, con documentos y pruebas, del caso de extorsión en los bares y restaurantes en Guayaquil.

El ministro mencionado por los opositores y odiadores en las redes sociales, porque se cuidan de publicar en sus periódicos, no tiene por qué ser inculpado de nada. Al contrario, en su ejercicio público ha demostrado eficiencia, honestidad y responsabilidad a todo nivel. Si la Justicia detiene al culpable y lo sanciona como debe ser, que sea ella y no la prensa la que lo condene.

Es más, si lo halla culpable, que caiga sobre él todo el peso de la ley porque delitos de este tipo no se pueden dejar pasar, perdonar o condonar por ningún motivo. Pero que sepan también los odiadores que se ocultan tras ciertos medios, que a esos periódicos también les corresponde publicar los negocios oscuros y extraños en los que han entrado, sin ninguna sanción, por el poder que ejercieron en el sistema de justicia y en el poder político de antaño.