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La decisión de Panamá deja muchas dudas de su visión política sobre Ecuador y de su concepción penal de los delitos. No hay una sola prueba de la persecución política a la que alude para un ciudadano sentenciado en un proceso penal abierto y transparente sobre un crimen atroz.
“Ya aparecieron los acólitos de la criminalidad que comparan el caso del sentenciado exasambleísta con el de Julian Assange...”
Con esa decisión crea un pésimo precedente y pone por delante consideraciones políticas de su real entender sobre la soberanía judicial. Ya aparecieron los acólitos de la criminalidad que comparan el caso del sentenciado exasambleísta con el de Julian Assange. No hay punto de comparación.
Se adscriben a esa conducta perversa para satisfacer odios a un modelo y a un sistema de justicia donde no caben los privilegios. ¿Panamá se presta para cobijar a cualquier sentenciado sin considerar la realidad y los hechos?