Parece ilógico, dentro de la lógica capitalista y hegemónica, pero es cierto: la región más inequitativa del mundo ahora da ejemplo de lo que se puede hacer sin las recetas del FMI ni del Banco Mundial. El informe de la Cepal (que según el entrevistador de Ecuavisa, “maquilla las cifras para quedar bien” con los gobiernos de la región) señala que el próximo año América Latina tendrá un crecimiento promedio superior al del 3,1% durante 2012. En otras palabras, por quinto año consecutivo esta zona del planeta vive una economía sana, a favor de los más pobres y superando décadas de depresión y desigualdades.

Paradójicamente, los países donde el crecimiento es mejor y con índices de distribución equitativa de la riqueza son aquellos a los que vilipendia la prensa mundial, a los que la oposición criolla califica de totalitarios, a los que un ex presidente que sumió en la pobreza señala como las dictaduras del siglo XXI.

¿Cómo se explica esto desde la óptica de los analistas y expertos económicos que rondan por la prensa privada y comercial? ¿Será solo por la existencia de petróleo con buenos precios? ¿Y no había buenos precios del crudo en los setenta y en los ochenta entramos en la peor de las coyunturas? ¿No fue Venezuela siempre un gran productor de petróleo con buenos precios y la pobreza no varió? ¿Y cómo es posible que países que no tienen petróleo, como Bolivia o Perú, tengan buenos índices este y el próximo año?

Esas preguntas deberían responder con sensatez quienes ahora aplauden y solapadamente anhelan  el retorno de líderes neoliberales a la presidencia bajo el manto de luchar por las libertades. Y para ello no hace falta colgarse de los postulados ideológicos con toda su carga de prejuicios, sino revisar las políticas públicas, como -por ejemplo- no priorizar el pago de la deuda externa de la cual se llenaron los bolsillos países que ahora están en crisis en Europa, por mencionar solo unos pocos.