No hay que ser muy inteligente para entender las razones de quienes opinan -con una carga adicional de veneno- sobre los retos impuestos por el gobierno de la Revolución Ciudadana para acortar  distancias entre los que nada tienen y aquellos a  los que les sobra; incluso para sacar cómodamente los excedentes y utilidades no compartidas con los gestores de su bienestar y prosperidad.

Los dueños de los medios privados de comunicación, voceros y beneficiarios de viejas prácticas políticas de amarre y compromisos de ida y vuelta con los sectores productivos más reaccionarios del país, tienen metas, objetivos y consignas destinadas a desmerecer el impacto de las políticas públicas, a través de un discurso encargado a terceras personas obsecuentes, que aparecen unas veces como analistas, otras como líderes de algo y, la mayoría de las veces, como representantes de la escuálida derecha atrincherada en la Asamblea Nacional.

¿Cuáles son sus argumentos? En el caso de la reforma tributaria se trata de la supuesta afectación a los presuntos generadores de trabajo y salario digno; o sea, de quienes les pagan por tan ardorosa defensa. En el caso de la Ley de Comunicación, los malabaristas de las palabras y de la ideología, que han cambiado de camiseta cíclicamente y de acuerdo a la cotización en el mercado de la iniquidad, también se refieren al peligro inminente  sobre las libertades de expresión y de prensa en Ecuador.

Ellos asumen que esta competencia es un derecho exclusivo para los de su clase, porque cuando tuvieron secuestrado al poder amenazaron, persiguieron e hicieron lo que les dio la gana con quienes estaban en desacuerdo. En el gobierno de León Febres-Cordero, por ejemplo, los columnistas de diario Hoy se convirtieron en la pesadilla del gobierno socialcristiano, y en el régimen socialdemócrata de Rodrigo Borja, en alfombra. Ahora que cambiaron de benefactor han mutado en caballos de batalla de diario El Universo, en un juicio por injurias al Presidente de la República.

El tiempo no perdona y los extremos siempre se juntan; de tanto ir a la izquierda, terminaron en la derecha.