Luego de cinco horas de diálogo en las instalaciones de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), centro de Guayaquil, delegados del Gobierno Nacional y dirigentes de la transportación urbana acordaron mantener en vigencia el valor actual de los pasajes.
La medida no solamente impidió la paralización del gremio; demostró, además, que la apertura de los canales de diálogo en una sociedad democrática permite debatir con altura puntos conflictivos que, en el mejor de los casos, tienen solución. El clima de tensión que se percibía en horas de la tarde, mientras deliberaban a puerta cerrada, bajó pasadas las 20:00, cuando María de los Ángeles Duarte, ministra de Transporte y Obras Públicas (MTOP), informó a los medios de comunicación que las tarifas se mantendrán en veinticinco centavos y que la paralización quedaba descartada.
Era evidente que la cita fue polémica, complicada, muy tensa, pero sobre todo, con predisposición para encontrar soluciones, algo que fue rescatado por la secretaria de Estado en la rueda de prensa, al margen de la apertura al diálogo en el que no tienen cabida las viejas prácticas de chantaje y presión.
Los puntos que compensan el encarecimiento de los repuestos y la devolución en dinero efectivo por el subsidio de los pasajes asumido por los propietarios de las unidades, no merecen más comentarios. Lo que sí amerita un reconocimiento particular es la presencia de una nueva generación de dirigentes que privilegia al debate como eje fundamental de sus demandas.
El consenso del gremio con el Ejecutivo constituye un hito histórico en un país devastado por la vieja práctica política de la amenaza y la extorsión. Alberto Arias, presidente de la Federación Nacional de Transportistas Urbanos, es el legítimo representante de esta nueva era, en la que es preferible agotar las instancias del diálogo para salvar los intereses comunes, sin perjudicar a la ciudadanía.