Publicidad
Pocas veces un secretario de la OEA ha jugado un papel político tan protagónico, con tanto apego a la oposición de los países miembros de esta organización. No solo que acoge a opositores venezolanos, sino que ahora se reúne con los de Ecuador sin mediar para ello un proceso jurídico, un impasse o un conflicto irresuelto en nuestro país. Parece que el rol asumido por Luis Almagro sobrepasa su cargo o por lo menos no corresponde a la altura de sus responsabilidades. Si él está convencido de que la secretaría de la OEA le permite ese tipo de tareas, sin duda alguna, ha confundido su papel. Y si es así (como ya lo han dicho algunos analistas y diplomáticos) le quedó muy grande el cargo y habrá que pensar hasta dónde se justifica su presencia. De hecho, la misma OEA requiere de una rigurosa revisión, pero si alguna duda le quedaba a alguien, con el rol de Almagro ya no cabe discusión. Pero al mismo tiempo caben otras preguntas: ¿Para qué va a la OEA la oposición ecuatoriana? ¿Quiere allanar el camino para denunciar en el futuro supuestos fraudes en caso de no ganar las elecciones del próximo año? (O)