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Rafael Correa cumplió ayer 10 años en el poder. La celebración se desarrolló en Guayaquil, al pie del monumento que inmortalizó la reunión (julio 26, 1822) de Bolívar y San Martín, libertadores de la Patria Grande y referentes de la lucha política independentista.
Lenín Moreno, Jorge Glas y el propio Correa tomaron la palabra. El tenor de sus discursos giró sobre una década al frente del Estado, la solidificación de los logros alcanzados y el cambio que falta para que Ecuador se consolide como país equitativo y productivo.
Ubicando el actual momento histórico del país, la advertencia provino del Presidente: “La oligarquía tiene más conciencia de clase”. Alertó sobre los grupos fácticos que pueden imponer su visión e intereses a la sociedad. De modo que estos días son decisivos.
Hasta hoy, la derecha criolla (formal, camuflada o inconsciente) era la vaca echada en el camino, pero con el paso de las horas alineará toda su artillería y cuadrará la mira para intentar frenar los nuevos cambios que el país apoya. Ecuador no come cuento, valora. (O)