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El Telégrafo

Reciclar en cine: ¿Convierten los remakes el oro en basura?

Reciclar en cine: ¿Convierten los remakes el oro en basura?
09 de noviembre de 2015 - 00:00

Cuando a finales de la década de los ochenta a Terry Gilliam le ofrecieron adaptar al cine la novela gráfica Watchmen de DC Comics, el director fue a conversar con el autor, Alan Moore. Moore fue tajante. Para él, había cosas en la historia —escrita en doce tomos minuciosos— que solo podían funcionar en el formato del cómic. Le dijo: “Yo no lo haría”, y Gilliam no lo hizo.

En 2009, Watchmen llegó finalmente al cine, bajo la dirección de Zack Snyder.DC le había pedido autorización a Moore, con la promesa de que sus mejores guionistas adaptarían el libreto. A él —como era de esperarse— no le gustó ni un poco: “Si sus mejores guionistas tienen que volver a algo que creé hace treinta años, pobres mejores guionistas”. Cuando en una entrevista le señalaron la habilidad de Snyder para llevar al cine otra novela gráfica, 300 (escrita por el legendario Frank Miller), Moore arremetió de nuevo: “Lo único que hizo la película de 300 fue incrementar todos los defectos de la obra de Miller, que era racista, homofóba y soberanamente estúpida”. Y cuando por fin se estrenó Watchmen, que terminó siendo fiel al cómic casi letra por letra, Moore lamentó que se desperdiciaran recursos para contar la misma historia, en lugar de hacer algo de relectura. Después de todo, los tiempos cambian. Y hay una práctica que, precisamente con el tiempo, se ha vuelto más popular: el remake, algo que se antoja necesario cada cierto tiempo, pero que si ocurre en intervalos demasiado cortos, se convierte en una forma de producir más parecida a una fábrica de metales que al cine.

Las reversiones pensadas como refritos para repetir el éxito económico son espacios de limitación, como el que tuvo que sortear Josh Trank, director de Fant4stic, una película que se llenó de un patriotismo plano y militarista, y de la que ahora reniega el director; o al brasileño Jorge Padilha, que causó mucha expectativa cuando se anunció su nombre como director del remake de Robocop, y que luego contó que la película no pudo ser lo que debía porque de cada diez ideas que planteaba, los productores solo le permitían una. Si Watchmen tuvo una visión crítica y un abordaje interesante sobre sus héroes y sus trastornos psicológicos, y si el nombre de Snyder no sufrió demasiado, fue porque permaneció fiel al cómic.

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