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El Telégrafo

La épica de la anatomía o por qué al arte le gusta tanto el boxeo

La épica de la anatomía o por qué al arte le gusta tanto el boxeo
14 de diciembre de 2015 - 00:00 - María Mena

Cuando Floyd Mayweather defendió su título mundial de Box en la categoría peso wélter contra Manny Pacquiao, el público se fue decepcionado. Se había promocionado este enfrentamiento como “la pelea del siglo”, pero el campeón había elegido correr y regresar en lugar de reventar a golpes a su adversario. Y retuvo el cinturón. Aunque la audiencia estaba descontenta —la furia de Pacquiao anunciaba un gran combate—, los entendidos defendían la estrategia de Mayweather. Más que huir, el campeón había aprovechado aquello que sabía hacer mejor que su rival. Y es que el box es una disciplina, una palabra que se ajusta tanto a los deportes, como el fútbol, básquet o tenis cuanto a las artes escénicas, como el teatro y la danza.

El fútbol ha servido de inspiración para la literatura (el escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió sobre su función social y su relación con el poder en El fútbol a sol y sombra). Según The New Yorker, en Lolita, de Vladimir Nabokov, está la mejor descripción escrita sobre tenis. Y la lista es —obviamente— larga, porque la potencia y la técnica que se requiere para practicar un deporte siempre ha tenido algo que ver con esa necesidad humana de demostrar que siempre se puede más. Es una obsesión universal acerca de la posibilidad de ganar, según la situación: si no se es el más fuerte, siendo el más inteligente; si no se es el más rápido, siendo el más hábil... Una directa relación con la evolución: sobrevive el que mejor se adapta a las condiciones. Incluso en los deportes más groseros —como el box o las luchas— la ejecución es primordial. Y la ejecución, como en la danza, es una forma de arte. El triunfo de Mayweather sobre Manny Pacquiao es un tema sobre el cuál siempre se podrá decir algo desde una perspectiva creativa. Por eso los escritores o artistas se enganchan tanto con los deportes (ni Borges —que detestaba el fútbol— se escapa: era un fanático del ajedrez).

En esta edición, CartóNPiedra repasa esa relación entre el box y las artes, que es, al fin y al cabo, fruto del respeto por el cuerpo y sus posibilidades de expresión. En esa misma línea, incluimos también un texto sobre los tatuajes y sus circunstancias históricas. El cuerpo es un abanico de relecturas..., y hoy nos entregamos a esa fascinación por la épica de la anatomía.

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