Cuando el 16 de abril se produjo el terremoto de 7,8 grados, los fotógrafos Misha Vallejo e Isadora Romero se desplazaron a Manabí para documentar lo que ahí estaba pasando. Sentían que tenían que hacer algo, pero no sabían exactamente qué, hasta que alguien les dijo que las víctimas necesitaban, sobre todo, «ser escuchadas». Y aquella idea ha sido el eje de la exposición Puño y letra, que Vallejo y Romero acaban de montar en Quito.

Han pasado tres meses del terremoto y el tema sigue vigente. Sabíamos que iba a ser así, pero eso no lo suaviza. Hablamos de eso todos los días: está a la mano en las discusiones políticas, hemos visto muchas historias y más imágenes de la supervivencia en las zonas afectadas, y no hemos dejado de sentir los centenares de réplicas. Así como Vallejo y Romero sabían que tenían que hacer algo con sus fotos, aquí sabíamos que era necesario hablar del desastre. Es algo que ahora nos atraviesa como ecuatorianos: así como todos los ecuatorianos recuerdan dónde se encontraban o qué estaban haciendo aquel 24 de mayo en que murió Jaime Roldós, hoy todos tenemos una historia sobre el 16 de abril, cuando la tierra se fracturó debajo de nosotros.

Ha sido una edición difícil. Por lo general, en CartóNPiedra los textos están llenos de comentarios o ideas que tocan la actualidad, pero abordados desde el punto de vista de las letras, las artes y su ejecución. Esta vez hicimos lo contrario: en estas páginas se ha ejercido una fuerte vocación literaria para hablar de historias de víctimas, de la identidad manabita, del sufrimiento, de la pérdida, pero también de la alegría y la resiliencia. Cada palabra de este dosier ha sido escrita con dolor, pero también con fuerza. Yuliana Marcillo presta su voz a personas que han perdido sus casas, sus seres queridos o partes de su cuerpo; María Fernanda Ampuero nos recuerda que las cicatrices también tienen su belleza; José Elías Sánchez nos dice que en la identidad manabita está el levantarse, y Guillermo Morán nos cuenta toda la razón de ser de Puño y letra.

Hemos querido que las víctimas se expresen, para que ustedes las puedan escuchar.