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El periodismo es una práctica que quita el sueño, pero que se compromete con la verdad
Es una práctica extenuante que encanta y desencanta simultáneamente. Al iniciar el día, para algunos, las calles son simples espacios para ser transitados, pero para otros, son el lugar donde se produce el material de su trabajo. Los hechos surgen mientras uno duerme, come, camina, conversa o respira. Las voces que pululan en el ambiente son el comienzo de algo mayor: la escritura para la comunicación.
Así funciona el periodismo, como una práctica diaria que no se deja agotar ni da cabida para el descanso, pues es el vínculo que nos conecta con los acontecimientos sociales, políticos, económicos y culturales que suceden y, muchas veces (como ha sido su característica histórica), entretienen. Pero también, es por ese agreste trajinar de la vida, en el que la información circula con celeridad y en el que un hecho se sobrepone ante otro cada cinco segundos, que el periodismo se ha transformado en la necesaria herramienta de conexión entre el ser humano y esa realidad que se diluye a cada momento.
En la actualidad, constituye un lugar común creer que los medios de comunicación median sobre la realidad social. Pero detrás de esta “ingenua” percepción que muchos no están dispuestos a asumir todavía, está una gran verdad: la comunicación crea sentidos y altera la subjetividad de los individuos, además de que las palabras que se filtran en el periódico ( y que muchas veces se sostienen por una agenda editorial perversa que quiere imponer y priorizar temáticas de grupos privilegiados de la sociedad), crean la realidad que nombran, como diría el filósofo francés Jacques Derrida, en tanto son ellos quienes definen lo que es importante para posicionarse en el debate nacional.
En estas condiciones, lo que publican o dejan de publicar los medios define muchas decisiones de sus audiencias, lamentablemente. Pero es cada vez menos la decisión tomada a partir de una información mediada desde la prensa. ¿La razón? La gente va a las fuentes primarias, cada vez más. Y en ese contexto ¿qué mismo hacen el periodismo y los periodistas? La única respuesta es aprender y aprender.
Y por eso, que los medios comerciales y privados silencien el pensamiento profundo, se olviden de la cultura y sus complejidades, confundan banalidad con pensamiento también revela qué mismo quieren para las audiencias que dicen trabajar. No hace falta ser muy informado entonces para entender que los retos del periodismo para los próximos años están marcados por entender qué audiencia tienen por delante y qué tipo de sociedad quieren construir junto a ella.