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De cuando los nombres de los autores son más importantes que sus obras
Qué opinas sobre la obra del gran César Dávila Andrade, el Fakir ecuatoriano?, le preguntaron a un joven entusiasta lector quiteño. “Maravillosa”, respondió. “Es un gran referente de la poesía lírica y del relato breve, que no se puede dejar de leer”, apuntó. Lo curioso es que cuando le pidieron que detalle cuáles eran sus obras preferidas, el joven lector solo pudo citar los poemarios Boletín y elegía de las mitas y Catedral Salvaje, y el cuento Cabeza de gallo.
César Dávila Andrade se habría convertido en lo peor que le puede suceder a un autor: un mito. Un ser de quien todo el mundo hablaba, recordaba y citaba con insistencia, pero que a la hora de profundizar en los contenidos de obra y en el aporte real que le dio a la cultura y a la transformación del género literario ecuatoriano, eran pocos quienes tenían esa aguda destreza.
Vivimos en una sociedad que prioriza las etiquetas, los nombres, las poses, las coyunturas banales, las ranuras de las puertas y no llave que nos dejará atravesar a un universo de mayores posibilidades.
Solo falta escuchar el nombre del más sonado artista histórico o contemporáneo, para sentir que se lo conoce a profundidad y, por lo tanto, que se comparte su mismo pensamiento y postura. Se los cita, se apropian de sus discursos, pero no se conoce la dimensión completa de sus trabajos, mucho menos la intencionalidad (política o personal) con la que hicieron su obra, y forjaron su vida.
Pero también hay autores que han decidido, conscientemente, ampararse en este juego para convertirse en productos mediáticos del momento y en best sellers literarios. ¿Cómo lo hacen? Muchos a través de la opinión (y el escándalo) pública. Emitiendo criterios (la mayoría desde posturas anacrónicas que no guardan ninguna sintonía con los nuevos paradigmas que emergen en la actualidad) sobre la situación económica y política de determinados países que los tachan como “ rojos”. ¿Y su obra? Bien, gracias. En este punto ya sabrán de quién estamos hablando.