En 1999, The New York Times inauguró su columna The Ethicist, destinada a responder preguntas que los lectores planteaban desde sus dilemas morales cotidianos. Cuando una mujer preguntó si estaba bien ver a su apuesto vecino bañándose con la ventana abierta, el comediante Randy Cohen, encargado de la columna, le respondió: “Si tu vecino olvida una noche cerrar su ventana, deberías respetar su privacidad. Pero si deja las cortinas abiertas todas las noches, puedes asumir que sabe lo que está haciendo. Así que ¡disfruta!”. Aquellos detalles son la prueba de que no existen los valores absolutos.

Y hace unos años empezamos a ver a menudo esos detalles en las películas de superhéroes. Cuando Christopher Nolan creo su trilogía de Batman (2005-2012), algo cambió para siempre: aunque las tramas seguían siendo, en esencia, una lucha entre el bien y el mal, la construcción de los personajes dejó de ser ese destino gratuito que la vida le deparaba a cada uno. Tampoco era un nuevo mecanismo, el cómic decidió hacer lo mismo cuando sus lectores nacidos entre las décadas de los cuarenta y sesenta —el baby boom— dejaron de ser niños: y entonces las historias necesitaban ser algo más que el enfrentamiento de un policía contra un criminal, pero con disfraces. Así salieron algunas historias memorables como The Killing Joke, Watchmen, en las que los héroes tenían sus motivaciones particulares y se enfrentaban a sus propios dilemas morales. Lo importante, al final, es que se han abierto espacios para los matices. Y si es en el cine comercial, mejor. Y si es a través de los pensamientos de esos héroes de la mitología moderna, más aún, porque nunca estará de más que alguien nos recuerde que siempre es una opción ponerse en el lugar del otro.

En esta edición de CartóNPiedra, luego de que Batman v Superman: Dawn of Justice batiera récords de recaudación (y tras ser acribillada por la crítica), y con la recién estrenada sexta temporada de la famosa Game of Thrones, echamos un pequeño vistazo a la psicología de algunos de nuestros héroes contemporáneos.