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El Telégrafo
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Víctimas de coyoteros pagan hasta $ 20 mil por viajar a EE.UU.

Víctimas de coyoteros pagan hasta $ 20 mil por viajar a EE.UU.
Ilustración: EL TELÉGRAFO
26 de abril de 2019 - 00:00 - Redacción Actualidad

Las historias de cada uno de los migrantes que van en busca de trabajo a los Estados Unidos son largas y distintas. No existen datos exactos en las provincias de Azuay y Cañar sobre cuántos han salido de Ecuador, porque todos se van de manera ilegal, solo dejan recuerdos en sus familias y la esperanza de que un día regresarán.

Carlos Ricardo A. fue una de las víctimas de coyotaje. El 3 de noviembre de 2014 recibió la visita de Marco Patricio C. en el cantón Déleg, quien junto a testigos le ofreció llevarlo hasta los Estados Unidos, sin “contratiempo”. El viaje le costaba $ 15.000.  

El padre del migrante estafado pagó en ese momento, en efectivo, $ 6.700, y el resto cuando su hijo llegue al país del norte, dijo.

El 6 de noviembre salió desde su tierra hasta Guayaquil, pero de allí lo llevaron hasta Tulcán e inmediatamente viajó de la frontera a Bogotá, capital de Colombia. Dos días después tomó un avión y se fue hasta Honduras y luego a Guatemala en un vuelo directo.

En Centroamérica permaneció varios días, entre la espera y el viaje. Todo el recorrido desde este momento lo hizo en carro, en medio de todos los peligros que acechan las carreteras de esos países.

El 15 de enero llegó hasta la ciudad de Reinoso (México), donde lo detuvo la Policía de Migración que lo encarceló, sin que nadie lo ayude. El 15 de febrero de 2015 fue deportado hasta Ecuador.

En un inicio, los familiares no quisieron entablar una demanda por miedo a las represalias de los coyoteros. Pero, al final, tomaron la decisión y lo denunciaron a la Justicia.

Romeo Gárate, encargado de la Fiscalía en el cantón Déleg, dijo que este órgano de justicia hizo su trabajo para detener y sentenciar al coyotero. “Estas personas no tienen compasión de nadie, peor con esta gente pobre”.

Gárate señaló que al afectado, cuando estaba en Centroamérica, “le sacaron” $ 1.400 en Guatemala; en Honduras y México fue extorsionado, pero cuando fue aprehendido “lo dejaron a su suerte”, recalcó el fiscal.

El 16 de abril, el ciudadano involucrado en el tráfico de personas fue sentenciado a siete años de prisión y obligado a pagar $11.000 de reposición por los daños causados a ese migrante, eso equivale a más de 20 salarios mínimos vitales ($ 7.880).
“Son mafias que están conectadas con las de Centroamérica, pero eso no nos amedrenta”, dijo Gárate.

Para Manuel Uzhca, miembro de la Asociación de Migrantes Retornados Emprendedores del Austro, la situación pasa por la falta de recursos en las familias. Por esa situación deciden migrar y buscar el sueño americano. “Siempre es porque quieren dar un mejor futuro a la familia”, contó.

Para Uzhca, si bien no existe información más cercana sobre los que emigran, históricamente se sabe que Paute, Gualaceo y Girón, en el Azuay, han sido los cantones con el mayor número de ciudadanos emigrantes.

En Zapata (Girón), por ejemplo, viven 150 familias, el 50% se marchó a los Estados Unidos. “Si todos estuvieran acá fuéramos más de 300 familias”, dijo el exsíndico de este lugar, Hugo Lasso, quien agregó que ellos son parte importante para que la parroquia pueda surgir. “Ellos desde los Estados Unidos nos ayudan, en este caso nos han dado una mano para refaccionar la iglesia”.

En Estados Unidos forman asociaciones y recogen dinero para estos fines.

En tanto, para Ángel Bueno, ligado a la migración en el Austro del país, la situación no ha cambiado, tampoco se ha detenido la salida de las personas desde los años setenta. “Mientras no cambien la situación en sus hogares, no va a parar esta salida. La agricultura ha dejado de ser un ingreso para ellos”.

Según Bueno, pese a las restricciones que se ponen en las fronteras, los coyoteros buscan maneras para hacer esos viajes peligrosos a la parte norte del continente. “Ahora se ha complicado mucho más con los proyectos migratorios de Trump”.

“La gente va a sitios como Chihuahua y el río Bravo para pasar y evitar el control migratorio que se ha incrementado en los últimos años”, mencionó Bueno.

Explicó que “muchas veces los coyoteros se aprovechan de estas situaciones y suben los precios del traslado a los migrantes”.

Según él, ir al país del norte en los actuales momentos se ha convertido en un verdadero riesgo. “En cada país por donde pasan, en Centroamérica, tienen enemigos. No solo están los carteles de la droga, también están Los Zetas que son pandillas extremadamente peligrosas. Ellos también se aprovechan de la necesidad de estas personas para sacarles recursos económicos”, destacó Bueno.

En los actuales momentos quienes viajan sin papeles utilizan diferentes rutas desde Ecuador, Perú y Bolivia. De allí, vía aérea llegan a Centroamérica que es donde hacen su estadía para poder llegar a la frontera. También utilizan la ruta por Colombia y en unos casos van hasta Bogotá vía terrestre. 

Los migrantes ayudan con recursos a sus pueblos

El cantón Girón, en la provincia del Azuay, está considerado como uno de los sectores de alta migración que no se ha detenido, pero también los recursos han servido para que las familias dispongan de tranquilidad económica.

Grandes y atractivas viviendas se levantan en este sector, aunque en el sitio no hay alcantarillado, tampoco agua potable.

Hugo Lasso dijo que los migrantes llegan dos veces al año al cantón: en noviembre y diciembre. En el primer mes porque se celebra la fiesta del Señor de las Aguas y en diciembre por la Navidad.

En noviembre, muchos de ellos son nombrados priostes del Señor de las Aguas y tienen que organizar con su familia los siete días de fiesta. “Los gastos son grandes, pasan de los $ 5.000 porque hay que dar de comer a todos”, dijo una persona que prefirió no identificarse.

Manuel Uzhca, en cambio, dice que “en los sectores apartados de Cuenca solo esperan cumplir la mayoría de edad para migrar”.

Agrega que muchos de los que han regresado al país han vuelto a migrar a los Estados Unidos, incluso como ilegales, ya que en sus poblaciones no encuentran trabajo o no emprendieron oficios que los ayude a subsistir. (I)

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