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El bono demográfico puede convertirse en una oportunidad para el Buen Vivir
¿Bono demográfico? ¿Otro bono? ¿Dónde podemos cobrarlo? Ni se altere ni se apresure, lectora o lector. Es cierto que el sentido más utilizado de bono es el de un rubro que se cobra en dinero. Por ejemplo, quienes trabajan en una empresa pueden ser gratificados por su buen desempeño laboral; o el Estado puede otorgar beneficios a grupos poblacionales para mejorar sus condiciones sociales.
Sin embargo, la definición de bono es más amplia, se trata de un beneficio generado por una acción en determinado tiempo. En este sentido, existen bonos que pueden ser obtenidos si sabemos aprovechar circunstancias históricas. El bono demográfico se enmarca en este tipo. El calificativo demográfico implica el estudio de la población y los cambios en su estructura en el tiempo; por la fecundidad, la mortalidad y la migración.
El bono demográfico se entiende entonces como el beneficio que puede obtener un territorio de los cambios continuos de su estructura poblacional. Esta oportunidad ocurre cuando el grupo de población de 15 a 64 años de edad (población potencialmente activa) aumenta hasta llegar a su máximo nivel; tal proceso dura de 30 a 50 años.
Visualicemos el caso ecuatoriano como si fuera un tren. La locomotora arrastra los vagones con una fuerza que depende del combustible que se tenga; en este caso, esa fuerza sería la población de 15 a 64 años de edad. En los vagones viajan los menores de 15 años de edad (población infantil), que en el futuro pasarán a formar parte de la fuerza productiva, por lo cual deben prepararse adecuadamente para asumir ese rol, y los mayores de 65 años (población adulta mayor), que merecen descansar por todo el esfuerzo entregado mientras estaban en la locomotora. Estos dos últimos grupos forman la población potencialmente dependiente.
En 1950, el 55% de la población del Ecuador estaba en la edad “potencialmente activa”; 39,5% era población infantil y apenas 5,8% era adulta mayor. La esperanza de vida era 48 años, y la mortalidad infantil y general, eran altas; mientras el número total de nacimientos por mujer era de unos 7 hijos. Producto de esta situación, para 1960 y 1970, el grupo de población potencialmente activa y adulta mayor disminuían en términos porcentuales, mientras aumentaba el grupo de población infantil; es decir, había más dependientes.
En 1980 la situación se revertía
La población potencialmente activa aumentaba su peso relativo, la esperanza de vida era 62 años y la tasa global de fecundidad bajaba a 5 hijos por mujer. Para 2010, la tasa global de fecundidad es 2,7 hijos, la esperanza de vida es 75 años; 30,9% son menores de 15 años; 60,5% de 15 a 64 y 8,6% mayores de 65 años. Según estos datos la población potencialmente activa y en edad de trabajar es la más alta: ahí está el bono demográfico. Esta situación es producto de las mejores condiciones sociales que vive el país.
Este momento el tren gana velocidad por el incremento del combustible o de la población potencialmente activa. Cada vez hay menos dependientes y el excedente se puede destinar a incrementar inversiones sociales o acumular capital (tanto a nivel estatal como familiar). Este proceso ascendente llegará a su apogeo en 2035, y a partir de ese año el tren comenzará a perder fuerza y habrá más población adulta mayor.
Se trata de un proceso único e irrepetible en cada país. Por eso, es indispensable generar importantes inversiones en salud, alimentación, vivienda y especialmente en educación, tal como lo ha venido haciendo en estos últimos 7 años el Gobierno. ¡Atención! El aprovechamiento del bono demográfico no es exclusivo del Estado, usted también es responsable de aprovecharlo a nivel familiar; las familias de hoy tienen más productores y menos dependientes.
¿Como aprovechar el bono demográfico?
En el futuro, Ecuador debe asegurar empleos de buena calidad y con salarios competitivos, para que la disminución de la población potencialmente activa pueda ser compensada con otras características, como mayor destreza del capital humano basada en el conocimiento.
Para resumir, venga a la ventana del maquinista y observe que viajamos a gran velocidad. Si miramos al futuro, nos quedan 3 alternativas:
1) No hacer nada: entonces, nos dirigimos al estancamiento; cuando disminuya el combustible o la población potencialmente activa, volveremos a nuestra situación anterior con dos agravantes, habrá más adultos mayores que mantener y menos niños para reemplazar el combustible.
2) Hay otra alternativa peor: si derrochamos los recursos adicionales que ha generado el bono demográfico, nos dirigimos al descarrilamiento del tren. El fantasma de la pobreza extrema tocaría nuestra puerta.
3) Pero existe la mejor alternativa: afianzar los cambios. Si aprovechamos el bono demográfico, con el cambio de matriz productiva y el paso hacia la sociedad del conocimiento, ya no habrá disminución de velocidad. Porque entonces el combustible o la población potencialmente activa tendrá más capacidades; dispondremos de una fuerza más eficiente para mover al Ecuador. A nivel familiar, esto implica ahorro sistemático e inversiones planificadas.