20.000 personas recolectan botellas plásticas tipo PET (Infografía)

Todos los días Mónica Jara recorre en triciclo las calles de Pasaje (provincia de El Oro), en busca de  botellas plásticas usadas.

Su esposo, Raúl Pineda, hace lo mismo en el relleno sanitario donde trabaja desde hace 5 años clasificando materiales de desecho.

Lo importante de esta tarea, aseguró, es lograr la mayor recolección, pues de eso depende la cantidad de dinero adicional que ingresará a su casa en dos meses por concepto del impuesto redimible al PET (polietileno tereftalato), componente principal de las botellas.

Por su reciclaje de noviembre, que sumó al menos una tonelada de botellas, el Servicio de Rentas Internas (SRI) le reintegró $ 500, esto es 2 centavos por unidad; y para febrero espera al menos $ 1.000.

Adicionalmente recibe varios cientos de dólares por parte de la recicladora a la que entregan PET dos veces por semana.

Para la familia, el haberse incorporado a este sistema que nació con la Ley de Fomento Ambiental y Optimización de los Ingresos del Estado, significa un ingreso fijo adicional y una mejora en su economía.

La normativa creada en 2011 establece que por cada botella plástica gravada con este impuesto se aplicará la tarifa de 2 centavos, valor que se devolverá en su totalidad a quien “recolecte, entregue y retorne las botellas...”.

Leonardo Orlando, subdirector de recaudaciones del SRI, mencionó que hasta noviembre de  2014 el organismo devolvió alrededor de $ 25 millones a centros de acopio y recicladores.

En 2012, un año después de que entrara en vigencia, el monto fue de solo $ 14,8 millones.  

Y es que la tarea de reciclar tiende a crecer en el país y en la mayoría de casos por motivos económicos.

Intercia, por ejemplo, una de las recicladoras ecuatorianas más grandes, recibe diariamente  las botellas de 200 empresas y de decenas de recicladores, entre pequeños, grandes e incluso nuevos. Enkador, ubicada en Quito, compró el año pasado 11.798 toneladas del material.

Más que un tema tributario

Alicia Naranjo llegó cerca del medio día hasta una de las 6 plantas de Intercia, ubicada en el km 10 de la vía a Daule en compañía de sus hijas.

Por recomendación de sus vecinas de la aledaña cooperativa Pancho Jácome, había recolectado botellas plásticas desde diciembre para entregarlas a este centro de acopio. “Todavía no sé cómo funciona, pero vengo a dejarlas porque necesito dinero para el almuerzo”, señaló.

Para Roberto Pincay la situación es similar. Tiene 57 años y 5 desempleado.

“Ya estoy muy viejo para que me den trabajo”, comentó, por eso todos los días recoge botellas y otros desechos como cartones para “canjearlos” por un promedio de $ 40 semanales que le sirven “al menos para comer”.  

El SRI estima que hay un promedio de 1.600 personas (entre naturales y jurídicas), que entregan  este plástico de desecho y se benefician de manera directa del impuesto, y otras 18.400 que reciben un impacto indirecto.  

No obstante, según la fundación Avina, entidad que trabaja en temas de desarrollo y sostenibilidad en distintos países, existirían más de 20.000 recolectores.

El ingreso promedio de estas personas era de $ 70,00 hasta antes de la aplicación del impuesto verde, de acuerdo a un cálculo del SRI.

Javier Ycaza, gerente general de Intercia, destaca que este impuesto contribuye a mejorar la problemática medioambiental, pero también las condiciones económicas de muchas personas.

El factor de conversión aplicado por el SRI para las botellas plásticas es equivalente a $700 por tonelada (47.000 botellas), de modo que eso es lo que se entrega a los recolectores por tal cantidad de desechos. “Esto es prácticamente dos veces más el salario básico vigente, y una forma de ganarse la vida honestamente”, expresó Ycaza.

Para acceder al beneficio, los recicladores deben estar registrados  en el SRI, ya sea como personas naturales o jurídicas y obtener una licencia ambiental.

En 2013, el SRI fue reconocido con un premio Guinnes World Records por alcanzar un mayor número de botellas recicladas.