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El Telégrafo
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Las mujeres abarcan el 80% del sector textil

Dismotextil es una de las 200 empresas textileras (confección, textiles, maquinaria y servicios) de la Capeipi. La Cámara agrupa a 1.700 industrias.
Dismotextil es una de las 200 empresas textileras (confección, textiles, maquinaria y servicios) de la Capeipi. La Cámara agrupa a 1.700 industrias.
John Guevara / et
08 de marzo de 2020 - 00:00 - Suelen Granda

La informalidad laboral, la violencia de género y el poco reconocimiento de las tareas de cuidado de niños, son aspectos que frenan la plena inserción de la mujer en distintas actividades económicas.

Así lo identificó la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria de Pichincha (Capeipi) y ha decidido abordar estos tres problemas para impulsar a las trabajadoras.

El 46,7% de personas (hombres y mujeres) con empleo se encuentran en el sector informal, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). En este sentido, la Capeipi promueve que todas las empresas cumplan con los beneficios legales como décimos, utilidades, seguro social, salario básico, entre otros, explicó Rafael González, presidente del sector textil en Capeipi.

Al generar plazas de empleo formal se promueve la independencia económica de las mujeres y esa es una vía para combatir la violencia de género. Nastia Montesdeoca, gerenta general de Dismotextil, afirma que están comprometidos a erradicar el acoso sexual y la violencia contra sus trabajadoras, tanto dentro como fuera de la empresa.

Finalmente, el cuidado de niños responde a los esfuerzos mundiales para revalorizar el trabajo no remunerado y evitar que el vínculo madre-hijo se rompa. “Apoyamos el acceso a servicios de guardería de alta calidad”, dijo Montesdeoca.

El área que inspira la campaña de la Capeipi es la textil. Según González, formalmente, el sector emplea a 158.000 personas a nivel nacional, de las cuales el 80% son del género femenino.

Dismotextil es un reflejo de estas cifras. De los 118 empleados en nómina, 104 son mujeres. Una de sus trabajadoras es Rita Velasco, actual supervisora de terminados y control de calidad.

A este puesto llegó después de 25 años de labores, que las inició en el área de costura. “Nosotras tenemos que valorar nuestras capacidades y saber que cualquier cosa que emprendamos, la vamos a lograr. Solo es necesario aprender”, dijo.

Su compañera Rebeca Guanoluisa piensa igual y mira su trabajo como un ejemplo para sus hijas. “El ser mujer no es un impedimento para trabajar ni salir adelante”.

María García, otra de las empleadas, acotó que el trabajo es necesario incluso para que la familia logre un mayor desarrollo social.

De acuerdo con el INEC, la participación bruta de ellas en el mercado laboral es de 40,3%. Un empleo adecuado lo tiene el 30,6% frente al 44,8% de hombres. En el subempleo se encuentra un 16,2%, mientras que son mayoría en el empleo no remunerado con el 18,4%. (I) 

Potencial de las mujeres en Ecuador

Las mujeres contribuyen con el desarrollo del país, sobre todo en lo económico.

48% de los propietarios de negocios en el área del comercio son de sexo femenino, concentrándose en áreas de servicios y ventas.

Un millónde mujeres son jefas de familia, esto representa el 26% de los hogares del país.

80% fue el aumento de féminas en la Población Económicamente Activa entre 2001 y 2012.

79,5 años es la edad promedio que vive una mujer, según las proyecciones del INEC para 2020.
Fuente: INEC



Mujeres emprenden por medio de aplicaciones

El terremoto de 2016 en Manabí le quitó todas sus pertenencias a Vanessa Arteaga. Ella, su esposo y sus hijos viajaron a Quito para buscar trabajo e “iniciar desde cero”.

Hoy en día, junto con su pareja trabaja en la plataforma digital de entregas Rappi entre las 11:30 y las 23:00. En su bicicleta sube cuestas, entrega productos, pero también prepara comida para despacharla a sus vecinos y contactos. Su lema: emprender.

Ella es una de las mujeres que se desempeña en un trabajo que hasta finales del siglo anterior era comandado por el género masculino. “Una mujer sí puede salir adelante, luchar, no hay obstáculo en sus capacidades”, respondió Arteaga que, si bien en un inicio sintió temor por el tráfico de la ciudad, hoy en día dice sentirse “libre”.

En 2014, la palabra “chofer” fue adaptada para responder a profesionales tanto hombres como mujeres. Hasta entonces el mundo entendía que ese trabajo era para el género masculino. Úrsula Quevedo demuestra que no es así, que nunca lo fue. Ella brinda el servicio de transporte en Cabify desde hace tres años. La mujer, contadora de profesión, asegura que incursionar en este trabajo es “un reto” pero que nunca dudó de sus potencialidades. (I)

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