Urrutia revivió el título de Libertadores en la despedida
Vivió los 85 minutos más intensos en su carrera deportiva de 15 años. Su apodo de “Pato” se escuchó con fuerza y retumbó en el eco que quedó grabado en Casa Blanca.
Patricio Urrutia en su despedida defendió las dos divisas que le dieron fama a nivel internacional: la elástica de LDU, con la que fue campeón de la Copa Libertadores, y la de la selección nacional en el Mundial de Alemania 2006.
A la cita en Ponciano, el último sábado por la noche, acudieron sus amigos, familiares y compañeros.
Los trofeos, reconocimientos y placas no cesaron. Tampoco faltaron las imágenes para evocar los grandes momentos vividos con el elenco “albo”. Durante su discurso, el jugador no pudo controlarse y por instantes su voz se apagaba.
El “Pato” respiró profundamente para contener la emoción que en ese instante invadía su corazón y que aumentó al ver a sus cinco hijos, quienes le acompañaron hasta el gramado. Dos de ellos lucieron como el padre la camiseta blanca y el número 8 en la espalda.
Ese fue siempre su distintivo en la cancha y la franja de capitán. Así saltó en su último cotejo, en el que no destacó futbolísticamente en los casi 60 minutos que jugó. Pero antes de salir al cambio entregó el número que lo hizo legendario en el club a su actual compañero Édison Méndez.
Tras mudarse de vestimenta y asumir la “tricolor”, con un abrazo al seleccionador Reinaldo Rueda volvió a la cancha con el mismo número en su dorsal. Con la camiseta nacional fue el encargado de la ejecución de un tiro penal, tras repetirlo logró convertir.
Era el momento de mayor éxtasis en el escenario del norte de Quito y también en el volante “fluminense”, quien no dejó nunca de sonreír. Parecía atrapado en un sueño del que no deseaba despertar.
Terminó el cotejo, pero no las sorpresas. En un video se proyectó la hazaña protagonizada por el elenco “azucena” en el estadio de Maracaná en Río de Janeiro, en el que Urrutia, como capitán, levantó el trofeo y también lo hizo en el avión cuando tocó suelo ecuatoriano.
Precisamente una réplica de ese trofeo recibió el “Pato” mientras se perdía en el humo blanco y el papel picado del mismo color que invadió el cielo sobre Ponciano.
La jornada solo concluyó para el volante de 34 años con una vuelta olímpica, pero no tradicional, ya que la hizo sobre el coche camilla que fue piloteado por su amigo y ex futbolista Carlos Espínola.