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El estado europeo ratifica que es una potencia económica, política, cultural y deportiva

Rusia legitima su poderío con los Juegos de Sochi

La ceremonia de clausura de los Juegos  destacó la tradición circense rusa. El espectáculo visual  recorrió la cultura del país  convirtiendo al estadio Fisht en un circo y sala de conciertos. Foto: EFE
La ceremonia de clausura de los Juegos destacó la tradición circense rusa. El espectáculo visual recorrió la cultura del país convirtiendo al estadio Fisht en un circo y sala de conciertos. Foto: EFE
25 de febrero de 2014 - 00:00 - Redacción Fanático / Agencias

Rusia recurrió nuevamente al deporte como vía de legitimación de su peculiar sistema político. Hace 34 años, un anciano líder soviético, Leonid Brezhnev, organizó en Moscú los primeros Juegos en una capital comunista con la intención de convencer al planeta de que en ese lado del mundo brillaba más el Sol.

Vladimir Putin -el presidente que ha devuelto a Rusia al mapa de potencias mundiales del que se cayó con el fin del comunismo- coronó una cima similar con los Juegos Olímpicos de Sochi, cuya clausura se realizó el domingo pasado.

La intención durante los 16 días de competencias siempre fue demostrar que la nueva Rusia es lo contrario de lo que el mundo piensa: funcional, democrática, abierta y muy segura.

Antes de que los esquiadores se calzaran sus botas, los rusos se toparon con las primeras advertencias en los medios de comunicación. La colosal corrupción del país quintuplicó el costo de algunos proyectos, lo que convirtió a estos Juegos en los más caros de la historia: 51.000 millones de dólares contra los 40.000 que gastó China para la cita de verano en Beijing 2008.


Putin, con su tradicional estilo enérgico, despidió en su momento, delante de las cámaras, a algunos de lo responsables de las obras. Y no era para menos, Sochi, según algunos analistas políticos rusos, se convirtió en su proyecto personal.Si aterrizamos estas cifras a nuestra realidad, los Juegos de Sochi costaron casi el doble del Presupuesto General del Estado de 2014, cuyo monto asciende a 34 mil millones de dólares, según lo aprobado por la Asamblea Nacional en noviembre del año pasado.

Estos juegos significaron una pieza fundamental de su legado: relanzar la imagen de Rusia capitalizando el ascenso de los países emergentes y reviviendo a viejas repúblicas soviéticas, como Ucrania o Kazajistán, las antiguas estructuras de la URSS en forma de unión comercial.

En Rusia hay quienes afirman que la búsqueda de la grandeza le salió cara a ese país. Los 51.000 millones de dólares que costó deslumbrar al mundo con Sochi, más los 15.000 millones que ha gastado en bonos ucranianos para evitar que la Unión Europea amarrase a esta exrepública soviética, conforman una suma considerable para un país cuyas previsiones de crecimiento han tenido que ser corregidas a la baja en algunas ocasiones.

Pero muchos que recuerdan el desplome de la Unión Soviética en 1991 y sus tumultuosas consecuencias creen que la economía actual de Rusia debe estar empobrecida e inestable y muy retrasada respecto de la China en auge. Se equivocan.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la renta por habitante de Rusia en 2013, calculada en paridad de poder adquisitivo, asciende, aproximadamente, a 18.600 dólares, casi el doble de la de China, que asciende a unos 10.000 dólares, y, según los datos del Banco Mundial, la pobreza extrema es cercana a cero, frente al 11,8% de China en 2009 (el año más reciente sobre el que se dispone de datos).

Allá por 1991, muchos pensaban que Rusia no podría acabar con la inflación elevada, ni adoptar una economía de mercado ni competir eficazmente en los mercados mundiales. Dos decenios después, Rusia ha demostrado que los escépticos se equivocaban. Sí, Rusia sigue dependiendo demasiado del petróleo y del gas y debería avanzar más en materia de transparencia, apertura y competencia en los negocios y la gestión. Sin embargo, la tendencia es positiva: Rusia ha llegado a ser una economía de mercado estable y con ingresos elevados; además, tiene unas sólidas perspectivas de crecimiento rápido del PIB y avances en materia de tecnología compleja en los próximos años, si aplica una estrategia económica sensata.

Con Sochi, Rusia no solo ratificó que es una potencia económica, política y militar, sino también que es una sociedad que piensa y reflexiona desde sus experiencias culturales.

En la ceremonia de clausura, por ejemplo, igual que en la de apertura, el 7 de febrero, Rusia quiso mostrar de nuevo su cultura.

En esta ocasión, dos payasos acompañaron a Luba, la niña que había sido la guía de la historia rusa en la inauguración, a los que se unieron otros dos niños, para dar un paseo por el arte, la música, la danza, la literatura y el circo.

En ese viaje por las raíces del país organizador, se dio un salto al futuro, con el paso de la bandera olímpica a la próxima organizadora de los Juegos de Invierno, la ciudad surcoreana de Pyeongchang, dentro de cuatro años.

En ese recorrido por la cultura rusa pasaron los directores de orquesta Yuri Bashmet y Valery Gergiev, el pianista Denis Metsuev, la violinista Tatiana Samouil, además de los bailarines de los ballets Bolshoi y Mariinsky.

Para al acto de clausura, el director artístico elegido por los organizadores fue el suizo Daniele Finzi Pasca, que también se ocupó del cierre hace ocho años de los Juegos de Invierno de Turín-2006.

La ceremonia hizo alusión también al pintor Marc Chagall y a doce escritores rusos, entre ellos, Tolstoi, Dostoievski, Chekhov, Pushkin o Solzhenitsyn. Según Finzi, ‘Rusia a través de sus reflejos’, nombre con el que se bautizó el espectáculo, rindió homenaje a los genios rusos vistos en el prisma de sus mejores novelas, inolvidables melodías y fantásticos lienzos que tuvieron una repercusión revolucionaria en el arte mundial.

La sólida estructura organizativa y como país que mostraron los rusos no podía contrastar con el ámbito deportivo.

La delegación anfitriona se adueñó del medallero un día antes del final de las pruebas y consolidó el objetivo que se había planteado el Gobierno: legitimar a la nación como una potencia económica, política y militar, cultural y deportiva.

PYEONGCHANG GASTARÁ MENOS EN CERTAMEN

Los Juegos de Sochi han sido los más costosos jamás organizados, pero también los más compactos y, entre los de Invierno, los de temperatura más cálida, detalles que por fuerza harán de la próxima edición, Pyeongchang 2018, una cita distinta en muchos aspectos.

Rusia ha gastado 51.000 millones de dólares en la organización, en la creación de nuevas infraestructuras de transporte, de comunicaciones o turísticas que quedarán para la posteridad. Ese país tenía una sola instalación deportiva cuando recibió el encargo de organizar los Juegos. Pyeongchang dispone ya de seis instalaciones de nieve y una de hielo y tiene previsto gastar solo unos 9.000 millones de dólares, 4.000 de ellos en un tren de alta velocidad a Seúl.

Como en Sochi, las instalaciones de Pyeongchang estarán divididas en dos zonas, la de costa y la de montaña. Pero ambas estarán lejos de alcanzar las altas temperaturas registradas en las estaciones de Krásnaya Poliana, que algún día llevaron a los fondistas a competir en tirantes. Ni siquiera en la zona marítima de Gangneung suelen registrarse temperaturas muy por encima de cero. Pese a una razonable concentración, la cercanía entre las instalaciones de hielo en Gangneung no será tanta como en Sochi, donde lo más cómodo era caminar entre unas y otras. Las estaciones de montaña están a unos 40 km, pero subdivididas en cuatro áreas: Alpensia, Yongpyong, Jeongseon Jungbong y Bokwang.

Además, el aeropuerto de referencia para viajar a los Juegos será el de Seúl, a 180 km.

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