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A nadie le importaba que fuera norteamericano, tan solo que sabía jugar

Nick Pugliese cumplió su sueño en tierras hostiles

Nick Pugliese fue el primer estadounidense en jugar fútbol en este país de medio oriente.
Nick Pugliese fue el primer estadounidense en jugar fútbol en este país de medio oriente.
17 de marzo de 2014 - 00:00

Nick Pugliese podía elegir entre seguir trabajando en su empresa, una compañía líder del sector de las telecomunicaciones, o jugar profesionalmente al fútbol. Puede parecer una decisión muy sencilla para cualquier joven apasionado por el deporte rey. No obstante, sus circunstancias no eran precisamente normales, Pugliese se encontraba muy lejos de su país. Era un estadounidense en Kabul (Afganistán).

“Emocionalmente estaba dispuesto a ello, pero racionalmente tardé en decidirme un poco más”, explica a FIFA.com Pugliese, un futbolista de 23 años nacido y criado en Rochester, Nueva York.

“El fútbol profesional me parecía una opción realmente emocionante, pero me preguntaba: ¿no estaré siendo un poco estúpido?”.

La posibilidad de probar suerte sobre el terreno de juego era demasiado tentadora como para resistirse a ella. “¿Cuándo volvería a presentarse una oportunidad así?”, se pregunta retóricamente, antes de pasar a relatar su estancia en el Ferozi FC de Kabul, un equipo de la primera división de la liga afgana.

En su nuevo empleo cobraba unos 300 dólares al mes, pero la satisfacción que le aportaba no tenía precio.

“Mi trabajo en la oficina estaba bien, pero vivía como un recluso”, prosigue con una clara referencia a la desilusión que sentía por no sumergirse de lleno en la ciudad de Kabul y su gente, lo que fue una de las principales razones por las que se mudó a un destino tan lejano y problemático tras licenciarse en Filosofía y Ciencias Políticas en una importante universidad de Massachusetts, donde también destacó como mediocampista de contención.

La liberación
“Me levantaba, comía y dormía en el interior del complejo residencial. Tenía un jardín muy bonito, una cocina y un gimnasio: todas las comodidades del hogar, pero no podía salir de él”, afirma sobre la férrea seguridad que rodea a los trabajadores extranjeros en la capital de un país inmerso en una guerra que prácticamente no ha cesado en las últimas tres décadas, incluidos 13 años de ocupación bajo la dirección de Estados Unidos.

El jugador estadounidense (12) posa junto al equipo donde militaba,  Ferozi de Afganistán. Fotos: Tomada de www.johannesknuth.tumblr.com

Afganistán está considerado uno de los destinos más peligrosos del mundo. “Solo podías visitar lugares aprobados y con un estricto toque de queda. No podías pasear, no podías ir al mercado central”, y aquí hace una pausa… “Ni siquiera podías jugar al fútbol en la calle”, enfatizó.

Por fin, encontró un lugar para practicar el fútbol con un equipo aficionado formado por empleados de la empresa.

“La calidad técnica era muy variada”, comenta. “Pero me ofrecía la gran oportunidad de jugar”. Pugliese conoció a un joven afgano que destacaba en el equipo, con el que se buscaba y se compenetraba sobre el terreno de juego como suelen hacer los buenos futbolistas.

El joven tenía un empleo poco remunerado en la compañía, pero también jugaba con el Ferozi FC. Le organizó una prueba a Pugliese, y el club le ofreció una plaza en el equipo y la oportunidad de convertirse en el primer estadounidense que jugaba profesionalmente al fútbol en Afganistán. Las instalaciones de entrenamiento del club se encontraban fuera del perímetro de seguridad y la empresa le dio un ultimátum: trabajar para ella o jugar fútbol.

Libre de la noche a la mañana, el joven americano se encontró solo en una ciudad sacudida habitualmente por las bombas de los atentados suicidas. Su madre le preguntó si estaba loco cuando llamó a casa, una pregunta del todo lógica.

A Pugliese le cambió la vida en un solo día. Su relación con Kabul y Afganistán empezó a hacerse íntima, y todo gracias al fútbol, o soccer como él lo llama.

Vivía en el club con sus compañeros, algunos de ellos miembros de la selección absoluta afgana, y pasaba el día en un parque jugando al fútbol sala con los residentes de la ciudad. Empezó a soltarse con el idioma y a comunicarse con una mezcla de inglés y darí.

“Se lo tomaban a risa. Parecía idiota hablando así, pero el hecho de que jugáramos juntos y viéramos juntos los partidos de la liga española y de la inglesa significaba que el fútbol podía hacer que nos conociéramos mejor”. En aquel parque, Pugliese empezó a hacerse famoso y a recibir una aceptación absoluta.

También destacó con el Ferozi. “Aporté un poco de garra al equipo”, asegura al recordar las técnicas que imperan en el fútbol afgano. “Su estilo procede del fútbol callejero, de manera que hay un montón de regateadores”, explica.

A nadie le importaba que fuera estadounidense, tan solo que sabía jugar. La habilidad escaseaba y terminó por convertirse en la llave que le abrió todas las puertas. Pugliese jugó dos temporadas con el Ferozi en un lapso de nueve meses. Ganó la Copa de Kabul en el estadio Ghazi, donde los talibanes habían llevado a cabo sus horrendas ejecuciones públicas.

“Ganar un campeonato es como marcar un gol, no hay nada que se le parezca”, afirma sobre las celebraciones tras aquel triunfo.

Un mundo más pequeño, un mundo más grande
En las fotos de Pugliese durante su estancia en Kabul se ve a un joven sonriente, ocupado en hacer de su mundo un lugar más grande y más pequeño a la vez.

“Me encontraba muy lejos de mi familia, y me faltaba esa red de apoyo”, explica. “Mis compañeros de equipo y mis entrenadores se convirtieron precisamente en eso, en un hogar muy lejos del hogar”.

“Nick es una persona encantadora y muy sociable, y siempre será muy bien recibido en mi casa. Es como de la familia”, aseguraba el entrenador del Ferozi, Eilyas Ahmad Monocher, en un documental que ESPN emitió recientemente.

El fútbol le abrió a Pugliese un mundo que, de otra forma, siempre habría permanecido cerrado.

“El fútbol une a la gente de orígenes y procedencias muy diversas, a personas que jamás se hubieran encontrado de no haber sido por él”, manifiesta el estadounidense.

“Todos los caminos se cruzan gracias al fútbol (sociales, étnicos, todos ellos). Mi historia es solamente un ejemplo extremo”, comenta con un tintineo en la voz desde su ciudad natal, Nueva York.

Pugliese no regresará. Los días de jugador en Kabul no volverán. “La mayor relevancia que ahora tengo comporta más peligro para mí”, admite. Sin embargo, se llevó consigo un pedacito de Kabul cuando regresó a Estados Unidos.

Actualmente, se encuentra trabajando en la edición de un documental sobre el fútbol callejero de Afganistán. “He visto el papel que el juego desempeña en las vidas de los afganos, y es asombroso”, afirma, al parecer sin poder, o quizás sin querer, relegar al pasado su aventura ni desprenderse de los encantos ocultos de Kabul.

Datos

El joven futbolista nació en Rochester, Nueva York (Estados Unidos) hace 24 años.

Pugliese siempre se desempeñó como volante de contención.

Estudió y se graduó de Filosofía y Ciencias Políticas en el Williams College de Massachusetts (Estados Unidos).

En la universidad también jugó fútbol y fue capitán del equipo durante su etapa como estudiante.

En la actualidad se encuentra trabajando en un documental sobre el fútbol callejero en Afganistán.

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