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El Telégrafo
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Los trazadores practican el “arte del desplazamiento”

Los trazadores practican el “arte del desplazamiento”
05 de noviembre de 2011 - 00:00

A los trazadores, los que practican parkour, los podrían calificar como dementes por todo lo que intentan y se inventan, pero para ellos es un arte, el “arte del desplazamiento”. Básicamente, este deporte urbano consiste en  moverse de un punto a otro, usando solo las habilidades del cuerpo.

Esta disciplina se originó en Francia y el término parkour viene de la palabra francesa “parcours”, que significa recorrido y quienes lo realizan  son los “traceurs”, es decir, los trazadores.

Entre 1995 y 1997 esta actividad se desarrolló en Francia por Yann Hnautra, David Belle and David Malgogne, bajo el nombre de “el arte del desplazamiento”. Después, en 1998, apareció con el término parkour.
Años después empezó a difundirse en todo el mundo y su popularidad llegó hace poco tiempo a Ecuador. Parkour Quito se autodenomina un grupo de trazadores que empezó a recorrer las calles y la arquitectura de la capital, en busca de obstáculos y nuevos retos.

Ellos “hicieron su camino al andar” y de a poco encontraron lugares propicios para practicar parkour. La imaginación es una de sus principales características, para planear por dónde pasarán y de qué forma lo harán, para poder superar un obstáculo en el camino.

Lenin Morales, uno de los integrantes de Parkour Quito, empezó por curiosidad y se contagió del virus de esta actividad. “Aquí no se trata de competir con otras personas. El rival es uno mismo, porque se deben romper barreras para hacer cosas cada vez más difíciles”, dijo.

Lenin junto con varios de sus amigos que practican parkour se citan en la Universidad Central, uno de los escenarios escogidos por ellos. El calentamiento previo es sencillo. Pequeños saltos entre varios bordes, estiramientos... y todos están listos para la acción. Cada uno tiene su ritmo para ejecutar cada movimiento y depende de su experiencia y flexibilidad para poder sobrepasar uno u otro muro. Alan Fuentes es uno de los más experimentados del grupo y el que puede hacer más movimientos complicados.

Trepa unas paredes, salta una brecha de más de dos metros y con un mortal queda evidenciada su buena técnica. “Hay que tener mucha paciencia para poder hacer esto. No es fácil, pero lo entretenido es eso, saltar cada vez más lejos, hacer cosas más difíciles. Te queda una satisfacción personal de haberlo logrado”, aseguró.
La lluvia en ese sector de Quito amenaza con llegar, pero no es impedimento, mientras la intensidad del agua no sea fuerte. Aprovechan cada minuto que les resta para inventar cosas que la arquitectura de la Universidad Central les brinda.

Gradas, barandas y muros son usados por todos, unos más hábiles que otros, pero con las mismas ganas. Incluso, uno de ellos, Esteban Herrera, sube a lo alto del teatro universitario y se para de manos al filo del borde.
Aparte de encontrar un lugar para practicarlo, el parkour no requiere más que ropa deportiva y, sobre todo, zapatos cómodos y resistentes para soportar los aterrizajes sobre el cemento o sobre el césped.

Nada de esto es hecho sin planificación ni entrenamiento. Por esa razón el aspecto físico es muy importante para conseguir lo que realizan, por lo que los trazadores acuden al gimnasio para fortalecer su cuerpo.

“Es algo muy importante (el físico) para poder hacer movimientos. Sin eso es muy complicado, porque debes tener fuerza en los brazos y en las piernas para llegar a otro punto”, comentó Adrián Torres.

Pero algo igual de importante que lo físico es la parte psicológica, pues la mente muchas veces impide al cuerpo moverse en situaciones de peligro, como a las que se exponen los trazadores. “Puedes tener una gran preparación física, pero tu mente puede bloquear todo eso. Por esa razón hay que empezar de a poco y tu cabeza te permite hacer cosas con seguridad”, añadió Morales.

Al no existir ninguna regla establecida para el parkour, el movimiento de quienes lo practican es libre y a su gusto. El lema de este deporte urbano es “ser y durar”, es decir que cada uno debe ser auténtico con sus habilidades y no ponerse en peligro al realizarlas.

Hay varios tipos de movimientos, como recepciones, desplazamientos o saltos que son reconocidos, pero cada deportista los hace a su manera o introduce su estilo en la práctica.

En Quito también existe otro grupo de parkour denominado “Urban Free Runners”, que de a poco ha ido creciendo respecto a  integrantes.  En él empezaron tres personas, hace un par de años y  ahora son más de diez.

“Al principio tuvimos problemas para practicar, porque la gente no entendía el parkour y decían que éramos vándalos”, recordó Alejandro Redroban. Después de algún tiempo, en lugares que visitan por primera vez, los siguen mirando así, por lo que no se quedan mucho tiempo tras ejecutar sus maniobras.

Más que un deporte, para los trazadores esto es un estilo de vida, porque no pueden evitar pensar cómo superar un muro o una baranda mientras caminan por la calle y se dirigen a sus trabajos o  a estudiar.

Las caídas son casi inevitables al momento de practicarlo, por lo que en ocasiones los novatos usan coderas o rodilleras para evitar lesiones mayores.

La ciudad está a disposición de los trazadores. Es como un gran escenario para ellos, que de manera fluida y rápida superan los obstáculos, primero los psicológicos y luego los físicos.

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