Los atletas especiales pusieron la mayor emoción en los 15K
Fue un día singular. Los rayos solares alumbraron ayer con anticipación las calles quiteñas desde las 06:15 y el trayecto que los atletas discapacitados desarrollaron desde sus domicilios hasta el punto de encuentro para la partida de los 5K.
Para ninguno de ellos fue incómodo madrugar. En su mayoría están acostumbrados a hacerlo y por eso fueron puntuales. Quince minutos antes de las 07:00 ya se agruparon y así evitaron que el cierre de vías los dejara distantes del punto de encuentro en las calles Veintimilla y 6 de Diciembre, norte de la ciudad.
La carrera 15K “Últimas Noticias” ayer incluyó una categoría especial para discapacitados adicional a la de silla de ruedas, y que no tuvo costo económico para los participantes, gracias al auspicio del programa de la Vicepresidencia Manuela Espejo.
Por ello la presencia de niños, jóvenes y adultos con capacidades diferentes, en compañía de sus padres y amigos, puso la nota singular de la tradicional prueba quiteña.
Una de ellas fue doña Yolanda Viera, quien con 53 años y sus dos manos amputadas, se mostró feliz desde el calentamiento.
EL ECUATORIANO MIGUEL ALMACHI FUE VENCEDOR
El atleta quiteño Miguel Almachi, de 28 años, cronometró 43:36 para ser el vencedor de la 15K, y alcanzar para Ecuador el título en esta carrera tras 7 años en los que el dominio fue totalmente de los extranjeros.
Almachi se adueñó de la prueba en el kilómetro 12, a la altura de la Av. República, tras dejar en el camino al compatriota Segundo Jami y al peruano Raúl Machacuay, quien concluyó en segundo lugar con 46:52, mientras Jami fue tercero con 47:02.
En damas, el triunfo fue para la peruana Inés Melchor, quien llegó a la meta con un tiempo de 51:28. Su compatriota Gladys Tejeda lo hizo en 54:11; mientras la mexicana Karina Pérez fue tercera, con 54:16.
Su deficiencia la adquirió a los 7 años. En la vivienda en donde la cuidaban guardaban pólvora y ella, sin saberlo, manipuló la masa y ahí perdió sus pequeñas manos.
Aunque al inicio eso le representó muchas incomodidades y hasta marginación, cree que con el actual Gobierno las cosas mejoraron para las personas con su condición.
Hace dos años incursionó en las carreras pedestres, en las que su mayor objetivo es demostrar su capacidad, pese a su limitación física.
“Yo no corro por ganar, sino porque me gusta y ante todo porque uno demuestra que no hay barreras para lograr el objetivo propuesto”.
Ella es empleada administrativa en una compañía petrolera. Tiene tercer nivel de enseñanza y es parte de las instructoras que guían a sus compañeros.
Ayer tuvo barra propia y fue una de las más entusiastas mientras esperaba el pitazo inicial. Su físico es envidiable para una persona que supera el medio siglo de vida.
Metros más atrás estuvieron algunos de los “Héroes del Cenepa”, conversadores y sumamente alegres. De sonrisa fácil y, ante todo, siempre positivos.
Cerca de mil personas con capacidades diferentes participaron en la prueba quiteña
A simple vista parecen personas comunes, de risa contagiante, pero cuando uno los observa con detenimiento y se fija en las extremidades inferiores encuentra la diferencia.
Como resultado del conflicto bélico con el vecino país Perú en 1995, perdieron una de sus piernas y hoy usan prótesis, otorgadas por las Fuerzas Armadas.
“Es muy importante que se haya creado esta nueva categoría porque no está bien que nos encasillen a todos con las sillas de ruedas, porque ellos son deportistas de élite junto a los cuales no podemos competir. Ojalá esta modalidad se mantenga y también se adopte en las otras carreras del país”, mencionó el mayor Jaime Castillo.
Ayer, los no videntes, como el abogado riobambeño Luis Eugenio, de 34 años, tuvieron la asesoría de un cadete de Policía, quien los guió a través del recorrido. Corrieron en parejas, unidos por un cordón blanco atado a las muñecas.
Cada uno de los kilómetros recorridos fue un desafío para los padres, quienes, aunque no son atletas, se las arreglaron para llegar a la meta empujando las sillas y los coches en los que movilizaron a sus pequeños con discapacidades sicomotrices severas. Algunos de ellos son parte de la fundación Fudise.
Los chiquillos entusiastas levantaron las manos y con besos volados respondieron los aplausos.
Debieron ser muy precavidos en el momento de ingresar a la puerta de maratón, antes de la meta, porque un extenso sumidero metálico a desnivel hizo tropezar a muchos.
Fue un susto que no opacó la alegría de la participación.