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El 16 de junio se cumplen 64 años de la final perdida por la ‘Verdeamarela’ ante Uruguay

La tristeza sin fin de Brasil 1950

El Maracaná ha tenido dos remodelaciones después de la final de Brasil 1950, donde se le ha reducido su capacidad a 73.531 espectadores (antes podía albergar 200.000). Foto: AFP
El Maracaná ha tenido dos remodelaciones después de la final de Brasil 1950, donde se le ha reducido su capacidad a 73.531 espectadores (antes podía albergar 200.000). Foto: AFP
24 de marzo de 2014 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

El ‘Maracanazo’, después de los tres siglos de esclavitud, cuyas marcas aún persisten en la desigualdad de la sociedad brasileña, es la peor tragedia en la personalidad colectiva de un país en formación como lo era Brasil en 1950.

Aquella final del 16 de junio de 1950 en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro, vencida 2-1 por Uruguay contra los locales, todavía agita las pasiones y las mentes de los brasileños. La derrota histórica en el Mundial Brasil 1950 está siendo revisitada con el lanzamiento de varias publicaciones, en vísperas del Mundial.

El máximo referente y el primer culpado por los hinchas, la prensa y el mundo del fútbol es el arquero Moacir Barbosa, tal vez el condenado con más años de pena de Brasil, un país donde caminan libres los torturadores y asesinos de la dictadura militar de la que se cumplirán 50 años el 31 de marzo.

“Fue un día de espanto y decepción”, en palabras de Mino Carta, director de la revista Carta Capital y uno de los periodistas más respetados de Brasil, quien a los 16 años estuvo presente en el ‘Maracanazo’.

“El silencio que hubo al término del partido fue colosal. Se escuchaban los pasos, los pies arrastrando el piso, de 200 mil personas abatidas y entristecidas por la derrota”, dijo otro asistente, también con 16 años, a la final trágica, Roberto Muylaert, autor de Barbosa, un gol silencia a Brasil, en diálogo con EL TELÉGRAFO.

El Mundial de 1950 sirvió de inspiración  para Pelé, quien le prometió a su papá ganar una Copa.

La final tendrá
una distancia de
tres meses con
las elecciones presidenciales
La obra de Muylaert ganó una reciente reedición: se trata del periodista que más habló con Barbosa, el antihéroe brasileño. Fueron 16 horas de conversación en 1997. Barbosa murió, con graves dificultades económicas, en la playa paulista de Praia Grande el 7 de abril de 2000, poco antes de cumplir 50 años de ‘condena’.

También fue reeditado el libro Dossiê 50, de Geneton Moraes Neto, donde hablan los 11 jugadores brasileños de la final de 1950 más el uruguayo Alcides Ghiggia, el hombre que con su gol que engañó a Barbosa, calló al Maracaná y es el único sobreviviente de esa final.

Otro libro que analiza el primer mundial después de la Segunda Guerra Mundial es Brasil, o preço de uma  Copa, un trabajo de investigación sobre la organización de aquel mundial, de los periodistas Beatriz Farrugia, Diego Salgado, Gustavo Zucchi y Murilo Ximenez.

Esta visita a la tragedia colectiva permite ser realizada en paz con la historia, porque Brasil se transformó luego en una potencia del balón y venció cinco campeonatos del mundo (1958, 1962, 1970, 1994 y 2002).

Brasil necesitaba un empate -la definición fue un cuadrangular entre España, Suecia, Uruguay y Brasil- para convertirse en campeón. El estadio Maracaná fue construido como el más grande del mundo. Los diarios de la época, antes de la final, trataban a los jugadores como campeones del mundo. Los políticos fueron a fotografiarse con los jugadores en el vestuario antes de la final, para usar la imagen en la campaña electoral.

Brasil logró el 1-0 en el primer minuto del segundo tiempo con Friaça. El empate llegó con Schiaffino a los 25’ y el horror para los brasileños y el bicampeonato uruguayo se registró a los 34’, con un gol de Ghiggia. Ghiggia tenía el ángulo cerrado, pero pateó al arco. El golero Barbosa pensó que iba ser un centro y descuidó el arco. Silencio.

“Mucha gente no entró en la historia. Jamás saldré de la historia yo por causa de aquel juego del 16 de julio de 1950. Ghiggia hizo callar al Maracaná, como el Papa y Michael Jackson. Yo también soy responsable de haberlo callado”, dijo Barbosa en su entrevista en el libro Dossiê 50. Muchos analistas brasileños interpretaron durante años que Barbosa y Bigode, el zaguero que no pudo detener a Ghiggia en los dos goles uruguayos, fueron los ejes de las críticas por ser negros. Los negros habían conquistado 20 años antes el derecho de jugar al fútbol con los blancos brasileños, que inicialmente asociaban el deporte a la pertenencia social a la clase alta.

Barbosa, ídolo de Vasco da Gama, es la gran parábola de la mayor tragedia nacional. “Para peor de los males, él trabajó 15 años, después de su retiro del fútbol como empleado público administrando las piscinas de natación del Maracaná”, contó a EL TELÉGRAFO su biógrafo Muylaert.

El periodista que dirigió las principales revistas de Brasil, durante sus charlas con Barbosa, escuchó una revelación sorprendente para la cual convocó testigos. Cuando se retiró de su trabajo en el Maracaná, le regalaron el arco de madera que lo marcó para toda la vida. El estadio cambiaba los postes por caños redondeados.

“Con el arco hicimos un asado con amigos en mi casa de Río de Janeiro”, narró Barbosa. “Lo interpreto como una catarsis, pero para él era normal, tener madera disponible y usada para un churrasco con amigos a la parrilla”, expresó su biógrafo.

Barbosa y varios de los derrotados en la final pertenecían a otra época, a tal punto que durante muchos años después de la final se juntaban en Montevideo y Río de Janeiro con los uruguayos, incluido su verdugo, Ghiggia,  para jugar al buraco y a juegos de carga como póker y truco.

Una de las estrellas de aquel equipo, Bauer, vivía en Sao Paulo y luego de la final no había dirigentes para emprender el regreso a casa los 410 kilómetros desde Río de Janeiro. Fue a la estación de tren y compró un pasaje: durmió, llorando, en el piso. La dirigencia no le quiso pagar el boleto.

El Mundial de 1950 sirvió de inspiración nada menos que para Pelé. El ‘Rey’ recuerda que su padre, jugador del equipo paulista de Bangú, lloró por primera vez delante de él, al lado de la radio que llevaba la noticia del ‘Maracanazo’ el 16 de junio de 1950. “Como él lloraba desconsoladamente, le prometí que yo ganaría la Copa alguna vez”, comentó Pelé. Cumplió con abuso: Edson Arantes do Nascimento ganó tres, en Suecia 58, Chile 62 y México 70.

Fue el mayor récord de público en la historia de los Mundiales la final de 1950. 200.000 personas, de las cuales 217 uruguayas llegadas en el vapor Conte Grand desde el puerto de Montevideo. El biógrafo de Barbosa fue a buscar mayores datos: en esa final el Maracaná recibió el primer movimiento de sus cimientos debido a las 17 toneladas de peso de su concurrencia.

¿Pero cuáles fueron los motivos de la derrota? Todos los jugadores coincidieron luego del ‘Maracanazo’ que había un clima triunfalista, producto del gran fútbol de Brasil ante España y Suecia. “Todos los candidatos presidenciales, a gobernador y a concejales venían a sacarse fotografías con nosotros, nos prometían terrenos, casas, automóviles, después nadie se acercó”, dijo el ya fallecido Danilo, estrella del subcampeón.

Gobernaba el país el militar Eurico Gaspar Dutra, cuyo candidato, al año siguiente, perdió las elecciones contra el caudillo nacionalista y popular Getulio Vargas.

El Mundial que prepara Brasil terminará el 13 de julio próximo en el estadio Maracaná, pero debido al sorteo de la FIFA, Uruguay y el local no tienen chances de cruzarse en la final.

La final tendrá una distancia de tres meses con las elecciones presidenciales en las cuales la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), se jugará la reelección.

En medio del clima de fiesta que impone la ocasión desde el Gobierno, movimientos opositores preparan manifestaciones contra la realización del Mundial y la FIFA: uno de los motivos es la inversión para la construcción de estadios y el legado del certamen para el pueblo brasileño.

Sesenta y cuatro años después del ‘Maracanazo’, las diferencias entre la organización del Mundial 1950 son notables. “El Mundial 1950 tuvo seis sedes, no existía un estándar de la FIFA para la organización. Es más, el Mundial de posguerra debía jugarse en 1949, pero Brasil no tenía listos los estadios”, indicó a EL TELÉGRAFO Beatriz Farrugia, coautora del recién lanzado Brasil, o preço de uma Copa.

Actualmente, los estadios de Sao Paulo (apertura) y Curitiba son los más atrasados y despiertan la ira de los jerarcas de la FIFA de entre las 12 sedes. En 1950, las sedes fueron Sao Paulo, Porto Alegre, Recife, Belo Horizonte, Curitiba y Río de Janeiro. “No había una gran pasión por el Mundial ni difusión. Los diarios de la época le daban importancia a otras cosas y no tanto a la preparación del Mundial. Hubo partidos en Porto Alegre y Curitiba que no fueron promocionados, que tuvieron apenas 3 mil asistentes”, dijo Farrugia.

La autora indicó que en todo el Mundial 1950 se gastó el equivalente a unos 250 millones de dólares actuales. El costo de las 12 sedes para 2014 es 10 veces mayor. “Brasil fue elegido tras la Segunda Guerra Mundial de entre varios candidatos, como Alemania, que estaba en plena reconstrucción, y Argentina, que no se mostró tan interesada por el evento”, recordó.

El estadio de Sport, en Recife, fue erguido por medio de donaciones de sus socios e hinchas en el estado de Pernambuco. El libro apunta curiosidades como que Francia, en 1950, eligió no participar a causa del sorteo de partidos, ya que le tocaba jugar en la sureña y fría Porto Alegre y en la nordestina y caliente Recife, a 3.000 kilómetros de distancia.

Muylaert, quien vio la Copa de 1950 y la de Suiza 1954, en la entrevista con EL TELÉGRAFO en Sao Paulo abandona la idea de que el fantasma del ‘Maracanazo’ pueda sobrevolar el Mundial 2014. “Brasil ganó cinco campeonatos mundiales después de eso. Además, el Maracaná fue reformado dos veces y el actual estadio, para mí, no es el Maracaná. Es otra cosa con el mismo nombre”.

El biógrafo del guardameta Barbosa no esconde que, en el fondo, los dioses del fútbol puedan volver a aparecer contra Brasil en 2014, en caso de que llegue a una final en Río de Janeiro, en el mismo escenario de la tragedia nacional. Y enciende la alerta: “Es algo imprudente, es como probar una nueva bomba en Hiroshima”.

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