La sociedad anónima no convence a los dirigentes
Cambiar el actual modelo de gestión administrativa de los clubes ecuatorianos y adaptarlos a una sociedad anónima es una de las alternativas que contemplan los dirigentes para afrontar la complicada situación financiera del balompié local.
La propuesta, que nació de Santiago Rivadeneira, ex presidente del Deportivo Quito, posibilita el ingreso de cualquier persona que ponga un determinado capital como accionista de una institución.
Como tal sería partícipe directo de las decisiones y, sobre todo, utilidades que genere la nueva empresa.
“Con la conversión de sociedad anónima se produce la posibilidad de que quien tome el control de la gestión negocie con los acreedores y les proponga que esa deuda se convierta en acciones y los nuevos accionistas, a la vez, se motiven a poner más capital a cambio de más acciones. Así se generaría el capital de operación que el club requiere para poner en orden su situación financiera”, explicó Rivadeneira.
La sociedad anónima (S.A.) está conformada por accionistas, cuya mayoría establece las directrices de la nueva organización y ocupa los cargos principales del directorio.
Está sujeta al control de la Superintendencia de Compañías, cuyo principal rol es vigilar que la empresa produzca y, en caso de no hacerlo, que sus pasivos no lleguen al 50% del capital, monto que determinaría la intervención inmediata para liquidar la empresa.
“En ningún momento se compromete con una S.A. el patrimonio personal de los accionistas. En caso de liquidarse solo se lo hace con todos los bienes que contempla esa sociedad y se cancela hasta donde alcance en un orden prioritario, desde los empleados”, indicó el experto bursátil Patricio Moreano, de la casa de valores Moreano Borja.
Otro rol de la Superintendencia es vigilar el cumplimiento de las obligaciones que la empresa adquirió con sus empleados, las de índole tributaria y los aportes al IESS.
Anualmente la S.A. debe entregar un balance financiero a la Superintendencia reportando las ganancias, en caso de haberlas, y generando así el pago del Impuesto a la Renta. Además, debe repartir las utilidades adquiridas entre todos los accionistas de manera equitativa, según el porcentaje de participación económica que cada uno tenga.
Aunque el modelo parece atractivo para algunos dirigentes porque se permitiría la participación de inversionistas y, según economistas consultados, se lo podría aplicar con una reforma en la legislación deportiva, la mayoría de directivos se muestra renuente a esa opción.
Ellos concuerdan en señalar que al permitir la aplicación de ese modelo se desvía el sentido del fútbol. “Al ser una sociedad con fines de lucro se pierde totalmente el sentido original del club deportivo”.
Incluso refieren que en el país no hay cultura de participación en el sistema bursátil y que las acciones de un club prácticamente no serían interesantes para los empresarios que negocian en la bolsa de valores.
Por ello creen que es conveniente mejorar el actual modelo de gestión y adaptarlo a las exigencias de la modernidad administrativa.
“Es necesario que exista más organización y manejo responsable de los presupuestos. No está bien que por asegurarse títulos se comprometa el futuro de una institución, se gaste más de lo que se tenga y se le deje con riesgo de desaparecer”, puntualizó Francisco Egas, gerente de Universidad Católica.
También consideran que es urgente solventar la mayor parte del presupuesto con el marketing, además de darle al hincha una mayor participación con sentido de pertenencia al club.
“Cuando el aficionado siente suya la camiseta que alienta se compromete con la institución y cada jornada respalda sin tomar en cuenta el rival, así se garantiza un rubro importante en los ingresos, sin depender del rival a enfrentar. Acá hay una cultura de exitismo que debe cambiar totalmente”, dijo Iván Vasco, titular del Deportivo Quito.
Otro punto en el que están de acuerdo es en exigir a las directivas que concluyen sus períodos un saneamiento total de los pasivos que su administración generó.
“Eso facilitaría mucho la gestión, porque las deudas quedan a la institución y se las debe cancelar, y eso nos genera egresos no contemplados que nos tienen complicadas las finanzas”, acotó Fernando Muñoz, presidente del Deportivo Cuenca.
Similar criterio tiene el titular de El Nacional, Hugo Villacís, quien -además- propone que la Ecuafútbol cumpla un rol más participativo para capacitar a los directivos en manejo gerencial y también que se convierta en un organismo de mayor control.
“Creo que la FEF podría ser un organismo de control que establezca topes en los sueldos de los jugadores”, expresó Villacís.
Aunque hay muchos puntos de concordancia entre los dirigentes, todos reconocieron que ninguno ha tomado la iniciativa para dialogar con sus colegas, y mucho menos establecer un plan común para presentarlo ante la Ecuafútbol.