El partido se jugó el jueves pasado, en el estadio Olímpico Atahualpa
Julio dejará el Montúfar sin verlo campeón
“Estamos perdiendo y falta poco tiempo. Hablamos luego”, dice Julio Salgado, quien tras cortar la comunicación telefónica con su padre junta las manos de posición de rezo. Parece que solo la divinidad puede salvar a la selección de su colegio.
- Samir, ¿cuánto falta?
- Ya están en los adicionales.
- Entonces ya no hay nada que hacer. Solo me queda repetir el año para ver si en 2015 somos campeones. Eso si llegamos a la final, claro, reflexiona el estudiante de sexto químico-biólogo.
Suena el pitazo final y la esperanza deja de latir. Julio se cubre el rostro con las manos y traga su decepción. Por tercer año consecutivo, la selección de su amado colegio, Juan Pío Montúfar, pierde la final del Campeonato Intercolegial Sub-18 de Quito.
Esta vez el ‘verdugo’ es el Colegio de Liga, cuyos elementos tuvieron que recurrir al teatro para quemar tiempo y evitar el empate. El resultado 2-1 saca lágrimas y risas a los ‘minialbos’, son los nuevos campeones. Y Montúfar, como siempre desde 2012, vicecampeón.
La imagen del volante Bryan Rivadeneira, tumbado en la cancha con el rostro mojado por el llanto, solo agudiza el dolor de los alumnos del plantel perdedor. “¡Qué relajo!”, musita Salgado.
La algarabía
Son las 07:00, las puertas del estadio Olímpico Atahualpa se abren para el público. Al tiempo que el sol ‘estira sus cabellos’, los policías encargados de realizar los cacheos se apuestan en las entradas. Esperan no encontrar armas, petardos, botellas de vidrio ni nada con lo que se pueda lastimar. Estudiantes y profesores comienzan a ingresar.
Julio Salgado, Samir Oña, Édison Narváez, Bryan Guapi y los hermanos Rhonny y Kevin Alquinga están cerca de arribar al escenario deportivo. La congestión peatonal y vehicular en las avenidas 6 de Diciembre y Naciones Unidas es intensa. Hay que ayudar a Julio a bajar del bus y cruzar la calle. A ninguno de sus compañeros le molesta empujar la silla de ruedas.
El colegio de LDU-Q disputará la final nacional con el Vicente Rocafuerte
de Guayaquil.En el acceso 7 de la general sur hay varios policías. Contrariamente a lo que creían, pasadas las 08:00 tienen un montón de utensilios requisados. Correas con hebillas gruesas, cuchillos, botellas de vidrio, tijeras, compases y espejos son retenidos. Las agentes Verónica Díaz y Mariela Calahorrano explican que cualquiera de estas piezas se convierten con facilidad en armas cortopunzantes u objetos contundentes.
Por el acceso 7 pasan sin novedad Julio Salgado y compañía. Lo complicado es avanzar hasta los graderíos. Julio debe ser llevado en brazos, al igual que la silla de ruedas. En ese sector no hay accesos adecuados para personas con discapacidad física. Los adolescentes se acomodan en la octava grada. Desde ahí se mira de cerca a los deportistas.
El partido
Entonados los himnos nacionales y los de cada colegio finalista, los jugadores se riegan en el campo de juego.
Las barras de los protagonistas intensifican la bulla. Los primeros ataques corresponden al equipo rojo. “Vamos Vega, pégale”, grita Julio, sin que el remate del mediocampista cause peligro en el arco que defiende Cristian Collantes. “Bien Chinchín, esa es”, alienta Salgado al menudo volante.
De repente un avance del Colegio de Liga termina en tiro de esquina. Al cobro acude Diego Rosero. Empuja a la pelota con el pie derecho y este sorprende a defensas, delanteros y, sobre todo, al meta David Agama. ¡Goool! Gol olímpico a los 19 minutos. Salgado no puede creerlo.
Los exponentes de Montúfar se lanzan al ataque, sus remates se pierden fuera del campo o son controlados por el arquero Collantes. Julio se pasa la mano por la frente. La preocupación lo invade. A los 33 minutos, con un remate de zurda, Érick Chinchín envía el balón al fondo del arco. “¡Goool!”, Julio se abraza con sus compañeros.
Las emociones aumentan con el pasar de los minutos. El peligro de gol ronda con mayor frecuencia por el arco del Colegio de Liga.
Los ofensivos de Montúfar se muestran incapaces de aumentar la cuenta. Al minuto 71, en un rápido contragolpe, Bryan Montalvo anota el tanto del desequilibrio en favor del Colegio de Liga. Julio mira al cielo, no lo puede creer.
Más impetuosos que cerebrales, los exponentes de Montúfar intentan marcar la igualdad, pero el conjunto ‘albo’ se repliega. Sus deportistas, incluso, queman tiempo fingiendo lesiones.
El reloj corre, Salgado se muerde las uñas. Suena el teléfono, tras un rápido contacto telefónico con su padre, Julio retorna su atención al encuentro.
Los festejos del rival le causan envidia. El lance termina, Julio se graduará sin ver a su equipo campeón. El cotejo finaliza. Llama al celular de su padre.
Este año, al igual que los dos anteriores, llegará más temprano de lo previsto. No habrá premiación que lo detenga.
DATOS
Julio Salgado tiene 17 años y atraviesa su último curso de bachillerato. Por tercer año seguido, lamenta que Montúfar no consiga el título intercolegial Sub-18.
En el año lectivo 2011-2012, Montúfar perdió la final 1-0 con Fernández Madrid. En el ciclo 2012-2013, cayó 5-1 ante Mejía. El equipo del DT Pablo Paredes no remata con éxito sus campañas.
Salgado, quien perdió la movilidad de sus piernas hace 13 años, a raíz de un accidente de tránsito, aspira a que la remodelación del estadio Atahualpa incluya accesos para las personas con discapacidad en todas las localidades.