Fernando Chiriboga es uno de los entrañables amigos que acompañó a Christian “Chucho” Benítez durante gran parte de su carrera futbolística en el exterior.  

El guayaquileño, de origen humilde, relata que no dudó en abandonar su país y su familia cuando Ermen Benítez, padre de Christian, le habló sobre la posibilidad de trabajar para el “Chucho” en México. La idea era que lo asistiera en actividades cotidianas.  

“Yo acepté la propuesta en el 2006 y desde entonces nos vinimos primero a Torreón, Coahuila, donde jugó para el club Santos Laguna. Luego viajé con él a Inglaterra, regresamos nuevamente a Torreón y finalmente llegamos a Ciudad de México, donde nos establecimos por el club América”, recuerda.

Fernando asistía al futbolista y a su familia en actividades particulares, hasta que el delantero ecuatoriano, antes de viajar a Catar, le pidió trasladarse y residir en un departamento ubicado dentro del Centro de Formación que fundó junto a su suegro Cléver Chalá.    

Entre lágrimas y con voz entrecortada recuerda su último contacto con Benítez: “Me aconsejó, me dijo que me portara bien. Pocos días antes de dejar México, su esposa Liseth Chalá me dijo que él había dejado unos muebles y otras cosas para mí”.  

Finalmente, señala con gran orgullo haber tenido la oportunidad de mencionarle a la esposa del tricampeón de goleo del fútbol mexicano, “yo le dije que lo quería mucho y ella me dijo que él  me apreciaba. Le agradecí por todo lo que habían hecho por mí.”  

Ahora, Fernando, acompañado de su esposa mexicana, sus hijas de 4 años y de 6 meses, nacidas en el Distrito Federal de la Ciudad de México, espera hacer realidad el sueño del “Chucho” Benítez, sacar de las filas de los integrantes del Centro de Formación a una nueva figura del fútbol mexicano.